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Trabajaba en una pequeña biblioteca, era solo un trabajo de verano, algo pequeño, solo para matar el tiempo y que su madre no se quejara de que no había nada productivo durante sus vacaciones. Generalmente no llegaba nadie fuera de lo que el llamaba común, adultos mayores en su mayoría y algunos niños que iban a algunas actividades que organizaba la biblioteca.

Mataba su tiempo mirando su móvil, el lugar era aburrido a su parecer, el aire acondicionado no funcionaba bien y sentía que se moría de calor en ciertas horas del día.

La campana de la entrada sonó, aquella de indica si alguien entra al lugar, al principio creía que eran esos pequeños niños emocionados por esa hora de manualidades en la sección de niños o aquella mujer que buscaba recetas de cocina cada que iba a la biblioteca, que equivocado estaba, era un chico, se veía joven, nunca lo había visto por la zona.

- Buenas tardes, si necesita ayuda no dude en preguntar - nunca decía eso, pero el chico tal vez necesitaría ayuda para ubicar algún libro si era cierto que era nuevo en la zona. Esperaba una respuesta, pero no fue más que ignorado en ese momento. Que fastidio, se dijo en su cabeza.

Pasaron un par de horas hasta que ella chico de antes regresó con un diccionario español- alemán, bien, era extranjero, eso explicaba sus dudas.

-¿ Eso sería todo? Si busca algo más le puedo ayudar- Esperó de nuevo un silencio.

- Si... ¿ yo puedo quedar con- diccionario? Prometo... devolver al comprar uno- Su español no era el mejor, la pronunciación era algo graciosa y parecía inseguro a la hora de hablar, haciendo varias pausas al elegir las palabra, pero el chico era lindo a su parecer.

- Bueno, lo dejaré pasar, pero regresa este diccionario en cuanto puedas, ¿Entendido? - habló con una sonrisa, notando un poco de nervios de parte del muchacho- Soy Sergio, un gusto- lo había pensado un poco, pero extendió su mano al desconocido.

- Mesut Özil- le dió la mano con una sonrisa.- Gracias, adiós... Yo regresar después- Dijo de nuevo con esa extraña forma de hablar, tomando el pequeño libro y retirándose con una pequeña sonrisa en su rostro. Sergio no hizo más que morar cómo se iba y esperar a que cumpliera y lo pudiera regresar pronto.

Tú, mi raro amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora