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El sol se estaba ocultando, ambos estaban en una banca del parque mientras comían un helado, no había ruido, no había voces, solo un agradable silencio que los inundaba, no era necesario hablar para pasar un buen rato.

El sol casi se ocultaba, si era necesario el español llevaría al extranjero a su casa, conocía la cuidad, consideraba que era imposible que se perdiera llevando a alguien a su casa.

- Sergio- dijo en voz baja el chico, una voz que resultaba encantadora, raramente encantadora para los oídos del contrario.

- uh... ¿Qué pasa?- Su voz temblaba, el contrario estaba demasiado cerca de el, con sus rostros frente a frente, separados por un delgado hilo, a diferencia suya el extranjero se veía tan sereno y despreocupado, demasiado tranquilo- ¿Özil?

- tú tienes helado en cara- Y limpió la pequeña mancha cerca de sus labios, con un suave roce de sus delgadas manos, cosa que provocó que Sergio se estremeciera.

- ... Gracias por decírmelo- Su corazón no paraba de latir, era un sentimiento nunca antes experimentado, tal vez solo era su imaginación, pero aquel chico le pareció tan encantador... No, no podía pensar aquello, era un hombre, como el.

Özil se alejó del contrario y volvió a comer de su helado o lo que quedaba de el, solo era medio cono con un poco de helado derretido en el fondo. El silencio volvió, pero para Sergio ahora era algo incómodo, pensando si el chico a un lado suyo hubiera hecho algo más en la situación apenas sucedida

- Se hace noche- Özil rompió el silencio con una simple oración. Levantándose de la pequeña banca- Yo voy a casa-

Sergio se levantó junto a Özil antes de que este se fuera- espera- deja te acompaño, no me gustaría que te perdieras en el camino, es muy tarde y es peligroso de noche- El extranjero le miró confundido, como si tantas palabras y la velocidad en las que fueron dichas no le hicieron entender lo que decía- Te llevo

Gracias, muy amable- Agradeció con esa sonrisa tan embriagante, dando palmadas en el hombro de Sergio, cosa que le ponía a pensar más sobre esa sensación que había en el.

Ambos caminaron a casa del extranjero, el cual se guiaba a base de edificios que recordaba de las pocas semanas que llevaba en el lugar. Estaban tardando más de lo que esperaban, pasaban algunos autos y Sergio deseaba haber tomado más dinero de casa para un taxi y no caminar a esas horas.

¡Llegamos!- Gritó el chico al ver un edificio de departamentos. No era demasiado grande, aburrido tal vez- gracias- Estaba a punto de irse, si no fuera por una mano tomando la suya para detenerle.

Espera... Ten mi número, si quieres ir a algún lugar después... Cómo amigos claro- ¿Porque estaba tan nervioso?, Le dió un pequeño pedazo de papel algo arrugado.

El chico tomó el papel, podía jurar que era su primer amigo desde que llegó, si así se le podía referir- Buenas noches- Y desapareció por esa puerta opaca.

Sergio empezó el camino hacia su hogar, su madre debería estar preocupada de porque su hijo no llegó en cuanto salió de trabajar, pero su hijo ahora tenía serios pensamientos sobre lo que le estaba pasando, se negaba a pensar que cabía posibilidad de enamoramiento, no creía en el amor a primera vista ni mucho menos con un chico, era ridículo pero la había pasado bien esa tarde, podría consultarlo con la almohada tal vez.

Llegó a su hogar, dónde miró su móvil, un mensaje con un simple “hola" y una simple carita, no pudo evitar sonreír ante tal cosa.

Tú, mi raro amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora