5:No somos débiles

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Respiré profundamente para calmarme. Otra vez nos encontrábamos en la cafetería de siempre. Pero Max y Emma discutían por no se qué, de qué.

─¡Eres un imbécil! ─exclamó la pelirroja.

─Dime algo que no sepa. ─respondió Max pegando su cuerpo a la silla y echando la cabeza hacia atrás.

─Oigan. ─miraba frenéticamente a los dos sin entender nada. ─Me pueden explicar que pasa. Si no es molestia claro.

─Adara, no es nada, Emma está molesta porque una chica a la que supuestamente "le rompí el corazón" le recriminó diciendo que estaba en complot conmigo para molestarla.

─Ah, era eso. ─dije pero Emma me dedicó una mirada asesina y me ví obligada a ponerme recta y lograr que finalice la pelea. ─Max como sea debes parar de creerte el mayor mujeriego del mundo e ir por ahí haciendo lo que quieras.

─Escucha, te lo diré directamente, estoy harto de que todas se crean las víctimas acusándome de ser una terrible persona, cuando desde el comienzo les aclaro que no quiero nada serio y no me la paso ilusionando a nadie ¿okey?─miró a Emma─Y tampoco es culpa mía que te acusen a ti también.

─No pierdes razón en lo que dices, pero no significa que esté bien.

─Vaya Siri, gracias, pensé que estabas de mi lado. ─me miró con mala cara, mientras Emma reía por lo bajo.

Otra vez con ese apodo.

─Otra demostración. El caso es, que debes dejar de ser así Max, aunque hayas sufrido mu...─me ví obligada a callar cuando ví que la expresión del castaño decayó. Incluso Emma dejó de reír. ─Max, mira, las personas debemos de aprender de los errores y las caídas, de las circunstancias difíciles a las que nos enfrentamos. No puedes ir por ahí, haciéndole a todos lo mismo que te hicieron a tí, debes ponerte en su lugar. Y...─me quedé sin nada más que decir, sin embargo me levanté de mi silla y sin importarme nada, ni nadie, técnicamente me senté sobre él para darle un abrazo reconfortable. ─Te quiero estúpido, pero, aprende a escucharme ¿si?.

Emma se sumó a nuestro abrazo.

─Yo también te quiero Siri. ─me dijo, apesar de que apenas podía hablar por el peso que le ocasionaba.

❀❀❀

Volvimos todos normalmente a nuestras casas. No importa si tenemos alguna discusión o alguna pelea por cualquier tontería al final siempre solucionamos los problemas y las diferencias. Una amistad fuerte como la nuestra no vale la pena perderla.

Hoy como siempre había tenido que lavar los trastes.

El castigo de nunca acabar.

Extrañamente mi abuela llevaba días en un total silencio, a veces la veía mirando un rincón perdida en sus pensamientos, y aunque me preocupaba, entendía que lo mejor era darle su espacio y permitirle pensar lo que sea que se le pasa por su cabeza.

Mi hermana, sin embargo, no había cambiado nada. Seguía siendo la misma Stella fría, indiferente y dura de siempre. A veces prefería quedarme con los recuerdos de nuestra infancia, todas las veces que jugábamos, que hacíamos travesuras, todo lo que superamos juntas. Aún así, mentiría si dijera que no me afecta el hecho de que estemos más separadas.

Suspiré pesadamente cuando terminé con el último plato.

Salí de la cocina para poder subir a mi habitación, pero, un llanto me detuvo.

No dejes que se marchiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora