Después de que la abuela se fuera me acosté en mi cama. Pensé en todo lo que había pasado, todo lo que había llorado.
Me repetí en mi cabeza una y mil veces: no eres débil, no eres débil, no eres débil...
¿Cómo era realmente? ¿Era una persona débil? ¿O era una persona fuerte?
Trataba de olvidar una y mil veces todos los pensamientos que me atormentaban. Todas las imágenes se repetían con constancia en mi memoria. Todas las palabras.
─No me dejes por favor, no te vayas. ─le rogué llorando y con las pequeñas manitos llenas de sangre...
Sacudí frenéticamente mi cabeza y la metí debajo de la almohada para tratar de controlar los recuerdos.
Aunque era en vano...
No pude evitar que una lágrima saliera de uno de mis ojos. Ya había llorado tanto que me dolían y me pesaban. Los sentía hinchados y mientras más lloraba era peor.
Pasé mi mano por mi rostro secando el rastro de lágrimas y me levanté de la cama.
Me levanté tan rápidamente que al principio sentí un leve mareo, y tuve que sostener mi cabeza con la mano para no caer directo al suelo.
Me abracé a mi misma debido al frío que hacía esa noche y caminé lentamente hacia la puerta.
Cuando salí fui despacio y pegué mi oído a la puerta de la habitación de Stella y de la abuela. En las dos habitaciones solo había un total silencio, lo que significaba que probablemente se encontraban durmiendo.
Bajé a la cocina y por el reloj pude saber que eran las 2:00 a.m.
Abrí el refrigerador y tomé un vaso de agua lentamente. Mi garganta sin duda iba a estar agradecida de eso. Abrí el grifo del fregadero y me eché agua en la cara varias veces, ni siquiera me molesté en secarme. Ni siquiera me molesté en verme en algún espejo, ya podía imaginar las inmensas ojeras que debería tener, los ojos colorados he hinchados, la expresión de cansancio y decaimiento, el cabello desaliñado, en fin, un desastre con patas.
Sentí un ruido fuerte afuera lo que hizo que me alarmara al instante.
Podría decir que esos ruidos eran producto de mi cabeza, por el cansancio. Pero, juraría que fue el sonido más real que he escuchado en toda mi vida.
Salí de la cocina lentamente mientras miraba a todas partes.
Me sentía confundida, estresada, nerviosa, e ida. Me sentía rara, pero apesar de todo, me sentía valiente.
¿Podía permitirme llamarme valiente a mi misma?
Avancé tanto que no había notado que ya me encontraba justo alante de la puerta de salida. Agarré la llave y la introduje, hasta que la puerta se abrió...
El frío aire de afuera instantáneamente golpeó mi cara echando todos mis mechones de cabello hacia atrás.
Juro que incluso puedo sentir la musiquita de suspenso en mi cabeza.
Un paso...dos...tres...cuatro...
...ya estoy totalmente afuera.
Cerré la puerta tras de mí y con los nervios a mil por ciento hice una pequeña inspección.
Abrí la rejilla, la cerré, y ya estaba en la calle.
Era como una atracción instantánea, algo en mi interior gritaba que saliera...Que enfrentara mis problemas, que demostrara lo fuerte que era, o al menos, lo que podía ser.
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No dejes que se marchite
Mystery / ThrillerSinopsis: Adara y Stella tienen una fascinación por las flores. En su antigua casa se encontraba un gran jardín con miles de ellas. Desde pequeñas se encargaban de cuidarlas y se han prometido que no pueden dejar que se marchiten jamás. Pero las co...