Capítulo 11: ¿debo decir la verdad?

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        Estaba en casa esperando a Ángela, que obviamente estaba con su novio, pero tocaron la puerta, era el cartero que me dio un sobre, obviamente eso era una citación. Mabel había empezado un juicio por la custodia de MI hija, estaba molesto y empecé a buscar testigos para que pudiera conservar a esa niña, pero primero debía decírselo a Ángela, pero se lo tomó perfectamente bien, no quiso meterse, vale, fingía tomárselo bien, pero supe inmediatamente que ella no estaba bien.

      Esa madrugada me desperté por un golpe, y no uno cualquiera, era el golpe de la puerta de entrada, sabía perfectamente que mi niña se había ido a la colina que estaba a pocos minutos de allí, esa noticia le había hecho daño, entonces me bañé y corrí a alcanzarla.

-amo como tu pelo se ve color café ante el sol.-dije cuando la vi.

-padre ¿Cómo sabias que estaba acá?-dijo sonriendo

-eres mi hija, y te conozco muy bien.

    Ella estaba mirando al horizonte escuchando música, parecía pensativa y preocupada.

-hija, sé que estas preocupada, pero sea como sea, a nosotros dos no nos pueden separar.

-gracias padre, pero si mi madre gana... no puedo imaginarme viviendo con mamá.

    Hablamos un tiempo, y logré calmarla un poco, pero se le notaba mucho que estaba asustada.

     Cuando llegó el maldito día del juicio, todo estaba en mi contra, pero yo me presenté, no dejaron que Ángela de testimonio y era obvio, porque de poder, su madre hubiera perdido el juicio.

-deberías contarles la verdad.-susurró mi jefe.

-¿de qué coño estás hablando?-disimulé.

-de tu enfermedad, si ellos lo saben jamás te alejarían de tu hija.-insistió él.

       Me negué rotundamente a que se enterasen, y al acabar la sesión, corrí a ver a Mabel, porque quería entender por qué hacía eso.

-ya está coño ¿Qué bofetón tienes en la cabeza? ¿Por qué haces esto?

-porque la vi y me enamoré de esa niña.-mintió

-te enamoraste los cojones ¡quiero saber la verdad!

-porque ella no es feliz contigo ¿vale? Se le nota en la cara.

-eso es mentira, ella es así naturalmente ¿me vas a culpar por eso?

-pues debería.

    Después de decir eso me dio la espalda y se fue, me sentí con tanta ira, pero por suerte apareció mi jefe, y siguió insistiendo con que debía comentar mi enfermedad, y yo seguí negándome, aunque por parte creía que era verdad, debía decirlo, pero igualmente mi duda estaba presente, y me atormentaba mucho.

    En esa sesión habíamos acordado que tres días a la semana madre e hija saldrían juntas, y yo acepté, pero a la semana de verse, todo cambió, nunca me imaginé que de una simple salida entre mujeres, se convertiría en un lavado de cerebro en mi contra. 

yo siempre estaré a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora