Dos años más tarde se casaron, me parecía sorprendente que nunca los hubiera visto discutiendo, celosos o enojados el uno con el otro. Ellos vivían juntos, y no obstante a eso, o quisieron irse de luna de miel.
Todos los domingos salíamos a correr alrededor del parque. Nunca tuvimos inconvenientes; lloviera, nevara, hiciera calor, hiciera frio, no importaba, siempre íbamos a correr, pero un domingo, como todos algo pasó, algo que no quería que sucediera en mucho tiempo, me sentía débil, no podía moverme con facilidad, pero intentaba disimularlo... no pude, Ángela me conocía muy bien.
-padre ¿estás bien? ¿Quieres que no hagamos deporte hoy?
-no, esto bien, solamente es que estoy viejo.-dije con una sonrisa falsa.
Ella me miró desconfiada, pero luego accedió y empezamos a correr.
Luego de correr, cada uno fue a su casa, únicamente para bañarse y vestirse, porque luego iríamos al cine.
No paraba de rebotar en mi cabeza el cómo me sentía esa mañana, sabía que mis días estaban contados y empezaba la cuenta regresiva, pero en vez de preocuparme debía disfrutar el tiempo que me quedaba con mi hija y su novio.
En el cine, nos divertimos mucho, vimos una comedia y la verdad era bastante absurda, pero me sacó más de una risa y cuando salimos la hermosa pareja me miraba preocupados, no entendía que pasaba quería saber, obviamente les pregunté.
-¿pasa algo?-les dije desentendido.
-Padre, sei molto pallida, sembra che stessi bene.
-traducción por favor.-dije mirando a Lucas.
-dice que estas muy pálido, que no parece que estuvieses bien.-dijo mirándome preocupado.
-es que soy un vampiro.-dije soltando una risa para disimular todo.
Ellos empezaron a reír, al parecer se lo habían creído. Les inventé algo sobre mi palidez para escapar de la realidad, pero sentía mi hora cada vez más cerca.
Cuando llegamos a la casa de los novios, le pedí algo a mi hija antes de que sea tarde.
-hija... ¿te parece si salimos nosotros dos el próximo fin de semana?-dije sonriéndole.
-¿una salida padre e hija? Me parece perfecto.-contestó.
Después de eso entró a su casa y yo me fui a la mía; ese mismo lunes de conté todo a mi jefe, se le llenaron los ojos de lágrimas y con una mezcla de ira y tristeza me dijo.
-¡gilipollas! Tienes que decirle a tu hija.
-eso ya lo tengo resuelto, nos veremos este fin de semana y se lo contaré todo, claro, si llego a el fin de semana.
Todo el resto de la semana transcurrió con normalidad, no hubo ningún síntoma nuevo. Y cuando llegó el sábado, salimos con Ángela.
-bueno hija, quise salir contigo porque quería que supieras una cosa.-dije mientras caminábamos en el parque.
-dime padre, no me dejes con la intriga.-dijo sonriente.
-vale, pero primero toma esto, ábrelo.
Le di una caja con una lechuza de peluche, pues ella me había pedido una cuando era muy chiquita y antes de morir quería darle una, la verdad le encantó me abrazó muy fuerte y luego de toda la conmoción me miró dedicándome una sonrisa muy sincera.
-vale, padre, ya dime lo que me querías decir.-suplicó.
-vale... lo que te quería decir era que yo... yo...
No pude seguir diciendo lo que quería decir, me desmallé en los brazos de mi hija, mi hora estaba por llegar, sabía que me quedaban horas, tal vez minutos.
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yo siempre estaré a tu lado
DiversosPadre e hija que van por caminos iguales, pero a la vez tan diferentes, y aún así se darán cuenta de algo que sabían, pero no se habían dado cuenta ¿te animas a descubrirlo?