Corrían con la fuerza del mar los tragos que bebió después de verlo salir corriendo lejos de él, rápido y enojado, juraría que vió destellos amarillos salir de sus palmas.
Tenía miedo.
Su madre era todo lo que tenía, y él era un chiquillo de secundaria que huía de los matones que lo tachaban de amanerado, tocaba que golpeaba la puerta de su viejo departamento mientras Inko se apresuraba a abrir para descubrir del otro lado de la puerta a un niño peliverde bañado en su propio sudor y lágrimas, ella aún tenía su uniforme puesto y sabía que el bebé al que sostenía lo ensuciaría con la tierra que se alojaba en sus rodillas pero poco le importaba, estaba colérica e impotente porque otra vez habían herido a su hijo, a su pequeño Izuku.
Llovía, y ella apenas había salido de un turno de 36 horas en el hospital, solo quería llegar a casa cuando sintió una punzada en el pecho, un aparente anuncio de lo que estaba por venir.
— Discúlpeme Chiyo, sé que es tarde.
— Oh, no te preocupes, ¿todo está bien?
La peliverde suspiró, no había comido desde que su turno inicio y solo durmió dos horas, no estaba bien.
— Sí, todo está bien...
Comenzaba a bajar sus párpados.
— ¡Inko, no te duermas!
Entonces unas luces brillantes alumbraron el camino de hojas marrón en el que corría con su vestido azul, papá estaba justo al frente y en las ventanas de los hogares a sus costados podía ver su primera cita con Midoriya, el amor de su vida, en la siguiente casa las ventanas le mostraban el día que nació su bebé.
Entonces supo que a partir de ese momento nunca más estaría sola.
Su bebé, Dios sabe que su bebé lloraría ríos de pena.
Lo iba a dejar solo, y ya no lo podía evitar.
— Cuide a mi niño, Chiyo.
Entonces llegó a los brazos de su papá con los ojos empapados mientras el acariciaba su cabello y susurraba en su oído que no era su culpa, que fuera valiente.
La anciana al otro lado de la línea escuchó a la multitud por el teléfono, el tipo del camión escapó y ahora Inko ya se había ido.
Le rompería el corazón.
Siempre contaba una historia diferente, un accidente de avión, matones, un asalto o una intoxicación, todo con tal de no desempolvar sus recuerdos más íntimos y dolorosos.
Obviamente a Kacchan le contó una de esas múltiples versiones, quería tantear terreno.
Oh, Kacchan. Lindo y rebelde rubio.
La mascota del profesor, pt 1
—Es que, realmente empezó desde que nos miramos... Mierda, no quiero que pienses que estoy enamorado o alguna tontería de esas...
— No, yo no pienso nada.
— Aunque quizá...
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Teacher's pet || dekubaku
Fanfic"Atrapé al profesor mirando con deseo a un estudiante. Haciendo pucheros, bastante guapo." Teacher's Pet, Melanie Martinez.