Lo veía en el sentimiento de desprecio que observaba en ciertas personas al tratarse de ese tema. Se había convencido de que eran leves aventuras en busca de sí mismo y de lo que él era. Lo pensó tanto que cuando escuchaba los insultos o el sonido del desprecio en las voces ajenas se preguntaba si realmente sería feliz si él decidía hablar de eso. Un sentimiento leve en la secundaria, las hormonas de la preparatoria y el tropiezo en la universidad se lo confirmaron.
Él era homosexual.
O quizá bisexual, la verdad es que no quería descartar ninguna posibilidad y, es que en el sexo se llevaba tan bien con las chicas que a veces creía que ser homosexual solo sería una tarjeta de presentación, la manera de encajar en algo, pero, ¿quién quiere encajar en el desprecio y los insultos de algunas personas? Él sabía que ninguna orientación sexual era mala, y sabía que el movimiento LGBT+ estaba erróneamente satanizado, lo sabía bien. No era malo. Pero era ese impulso de que todos lo aprobaran el que corriera con la primer chica que le pareció sería buena esposa. Entonces casi sin conocerla le pidió matrimonio.
A fin de cuentas, así ya nadie tendría dudas de que a él sí le gustan las chicas. Después de todo se iba a casar con una, ¿no? Debía ser suficiente.
Pero escogió a la chica equivocada, y era equivocada porque no le permitiría atar su vida a costa de guardarle ese secretito.
Se mantenía de frente al volante con la mirada fija en la avenida, y sin dudar encendió el auto en dirección al único lugar al que quiso ir desde el inicio.
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Está sentado frente a la barra mirando el trago que acaba de ordenar y sinceramente no cree que sea conveniente beber y después manejar, sin embargo ese trago le coquetea como si fuera lo único que puede salirle bien. Lo mira y repasa las palabras de Ochaco.
Ella era una gran chica, cualquiera que la conozca podría enamorarse. Cualquiera menos él. No lo entendía, ella lo tenía todo, desde belleza hasta inteligencia, una forma de ser única, y una forma de querer muy especial, pero no podía amarla.
Es en este monólogo en su mente que no nota cuando una silueta de mirada rubí toma asiento a su lado y pide una cerveza. Mira una vez más a su grupo de amigos, quienes no notan que se ha alejado.
— ¿Qué hace un profesor tan nerd como tú en un lugar como este?
Sus esmeraldas se mueven en dirección de donde proviene la interrogante encontrándose con el rubio que le había estado causando inconvenientes mentales últimamente.
Sonríe un poco, al menos su noche no iba a ser arruinada.
— La verdadera pregunta es, ¿qué hace un adolescente como tú en un lugar como este?
