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Cuando Katsuki e Izuku llegaron al palacio, el cenizo de inmediato lo tomó de la mano y prácticamente lo arrastró hasta lo que parecía ser una habitación matrimonial.
— Deku, desde hoy en adelante no saldrás del palacio. No quiero arriesgarme a que un estúpido idiota te vea y se enamore de tí. — Dijo mientras olía su cuello. — Me encanta tu olor a manzanilla. — Elogió.
— .. G-Gracias.. — Susurró miedoso, obviamente estaría así, después de todo estaba siendo prácticamente secuestrado por Katsuki al alejarlo de su casa, de su hogar.
. . .
Hanta estaba caminando hasta la casa de Izuku, su mejor amigo, estaba enamorado de él y planeaba ir a pedirle permiso a los padres del pecoso para poder contraer matrimonio. Y estaba seguro que Izuku querría porque después de todo ya se habían dado algunos besos.
Su sorpresa fue inexplicable al enterarse que los padres de su amor literalmente habían regalado a su hijo al monarca del Reino del fuego, ¿Qué no sabían que ese hombre era un salvaje y que había matado a tres concubinas antes? ¡Izuku corría peligro!
El amaba a Izuku con todo su gran corazón, y no estaba dispuesto a dejarlo ir. Se dirigió a su casa enfadado y armó una maleta con todo lo necesario, colocando también su katana negra, signo de que había estado en el ejército samurai por más de diez años, y que había ido a la guerra más importante, a la guerra del hielo.
Con todo en la maleta tomó un caballo de su establo y empezó a galopar, con el corazón roto pero dispuesto a sanarlo con Izuku a su lado sano y salvo.
Por el otro lado, Izuku sufría mucho en el Reino del fuego. Katsuki era toda una fiera y usualmente tenía ataques de ira y rabia y se desquitaba con él. Teniendo de excusa de que el era su esposa y debía servirlo.
También algo curioso era que Katsuki había dejado de comer la comida que hacían los chefs, si no que exigía que los platos fueran cocinados por Izuku. Y este aunque estuviera casi desmayado por los golpes lo obligaban a cocinar, argumentando que tenía mejor sazón al ser extranjero.
Y solo había pasado dos meses. Era todo horrible. Y empezó a empeorar al saber que el monarca Shōto, proclamado monarca luego de la jubilación de su padre, también lo quería como concubino.
Pero en definitiva lo peor de todo fue cuando Katsuki se enojó porque le pidió algo para comer a un sirviente hombre. Pensando que le había sido infiel.
Lo arrojó al bosque, y le dirigió solo algunas palabras antes de amarrarlo de pies a cabeza y dejarlo ahí.
"— Si logras sobrevivir, te lo dejaré pasar, Deku. —"
Fue un total horror para Izuku, quien, aunque logró desatarse de los nudos de cuerda y utilizar esta para subir a un lugar alto, no fue suficiente para evitar el frío, el hambre y el peligro que tenía al estar rodeado de criaturas salvajes.
Incluso tuvo que esconderse de un jaguar. Fue el momento más tenso de su vida al escuchar como este pisaba las hojas secas cerca de su oído, por suerte o por destino, no lo encontró camuflado detrás de un árbol.
Al haber sobrevivido, fue regresado al palacio, pero ahora se enfrentaba a la obsesión de parte de Shōto, quien había adaptado la idea de tenerlo solo para él.
Estaba cansado de todo, cansado de su vida y cansado de estar obligado a amar a alguien a quien su corazón repudia.
Volviendo con Hanta, había estado los últimos seis meses, intentando buscar formas de entrar a este. Encontró una muy buena, la cual era por un hueco que había entre la muralla y el mundo exterior, que estaba camuflado por arbustos. Se logró colar por allí pero nunca pudo ver a su amor.
Ese día, Izuku decidió salir a tomar un poco de aire, se posó en el balcón exhibiendo su belleza al estar con un traje lindo color turquesa.
Veía todo el patio, pero una gran muralla tapaba lo demás, estaba cansado de estar aislado, pero el balcón era mucho mejor que la habitación. En eso, vió una cabellera negra que conocía muy bien colarse por la muralla, al principio pensó que estaba alucinando, que se estaba volviendo do loco, pero era su corazón llamando al amor de su vida.
— ¿H-Han-Chan? — Preguntó bajo. Este por casualidad miró arriba encontrándose por lo cual luchó la mitad del año.
— Kuzu.. — Lo llamó por su apodo que le había puesto. Al ver la cara de tristeza no le fue muy difícil atar cabos y ver lo que estaba pasando, pensando rápidamente una forma para huir de allí juntos.
Vio un árbol que justo estaba a la altura del balcón y le brilló la mente, trepó en el como si fuera un experto y se pudo acercar a Izuku, al punto de tocarlo.
Le extendió su mano, Izuku la vió y de inmediato la tomó, estaba Hanta allí, su amor, ofreciéndole escapar juntos, obviamente iba a aceptar.
Bajaron con dificultad la copa del árbol y rápidamente se pusieron a correr hasta el orificio de la muralla, Hanta besó a Izuku incontables veces en el proceso.
Tomados de la mano escaparon y corrieron sin rumbo fijo, pero juntos. Obteniendo así, su final feliz.
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Me duelen los dedos de escribir tan rápido, pero es que si no se me iba a ir la inspiración en poco tiempo.
