Hermano Mayor. || KatsuDeku

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Izuku estaba sentado en el sillón de la sala de estar, en su brazo izquierdo tenía al bebé pelinegro quien lloraba y en el derecho una bebé peliblanca

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Izuku estaba sentado en el sillón de la sala de estar, en su brazo izquierdo tenía al bebé pelinegro quien lloraba y en el derecho una bebé peliblanca. Izuku estaba cansado y el bebé le pesaba, pero tenía que tener todo listo en el hogar.

Su hermano mellizo Yō, estaba fuera jugando al fútbol con sus amigos. Katsuma, de tres años estaba jugando con sus autos en la alfombra y Mahoro de cuatro estaba jalando su cabello para obtener un poco de atención de su hermano mayor.

El pecoso de tan solo seis años, miró a Mahoro cansado. — Mahoro, ¿Puedes esperar un momento? Estoy durmiendo a Kōta y a Eri. — Dijo y le sonrió, la infante molesta solo siguió jalando su cabello.

Una vez los dos bebés dormidos, Izuku fue hasta la recámara donde habían dos camas y dos cunas. Acostó a los bebés y tendió las camas. En una dormía su hermano Alfa Yō, y en la otra sus hermanos castaños. El se suponía que dormía con ellos, pero como no caía en la cama y no debía molestarlos dormía en el sillón.

Bajó a la cocina. Calentó unos biberones de leche y unos trozos de pan. Luego de calentarlos y servir jugo, hizo la merienda de sus hermanos. — Katsuma, Mahoro. Vengan a comer. — Los dos pequeños fueron y se sentaron.

— ¿Otra vez pan con mermelada, mamá? — Dijo triste Katsuma. Izuku se sintió mal, pero no podía hacer nada.

Los pequeños castaños se habían acostumbrado a decirle mamá por ser quien siempre estaba con ellos.

— Lo siento Katsuma, nuestros papás no me dieron mucho dinero. — Dijo y sacó los biberones antes que hirvieran.

Escuchó la puerta ser tocada. Dió un pequeño salto para poder alcanzar la manija. El Omega pecoso era muy bajito.

Yō llegó embarrado en lodo y el balón en su brazo. Lo saludó y entró, tirando el balón y dejando las pisadas de barro en el piso.

Izuku suspiró y tomó el trapeador. Limpió el piso y recogió los juguetes de los pequeños castaños. Ambos eran Alfas de nacimiento y eran muy inquietos.

— ¡Izuku, ven a callar a estos mocosos me estresan! — El Omega corrió a mecer a Kōta y a Eri, los bebés de un año gritaban por alimento.

Izuku los alimentó con el biberón y luego los dejó en la alfombra para que gatearan. Eri estaba a punto de caminar, se levantó.

— ¡Ven Eri, camina! — Eri corrió tres pasos hasta caer en los brazos de Izuku quien estaba feliz, su hermana había dado sus primeros pasos.

— ¡M-mamá! — Kōta no se quedó atrás, dijo su primera palabra. Izuku también lo abrazó con cariño, era un día muy importante.

Horas después, las doce de la noche y sus padres llegaron a casa. — ¡Mamá, papá! — Gritó feliz, fue a abrazarlos pero ellos solo lo alejaron, se sacaron los sacos y los dejaron tirados junto a los zapatos.

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