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Izuku estaba molesto, caminaba al lado de su padre en esa escuela a la cual su padre le había obligado a ir.
— Quita esa cara, Izu. — Su padre le tomó el mentón. — Tú cara es muy linda para que la arrugues. — Dijo y siguieron caminando hacia la oficina del director.
Los pocos alumnos que estaban en los pasillos miraban todo muy extrañados. Después de todo dos vampiros estaban en la academia.
El padre de Izuku era un señor de dos metros con diez centímetros, los vampiros solían ser muy altos. Con el pelo blanco y lacio, con gran espalda y brazos inflados.
Izuku a su lado tan solo medía un metro con cuarenta, sacó la altura de su abuela humana. tenía el pelo oscuro y su figura se asemejaba más a la de una escultural mujer que a la de un fuerte hombre.
— Aún no entiendo porqué tengo que entrar a una escuela de humanos. — Dijo ya llegando a la oficina del director.
— Por que eres un prodigio y por mala suerte la mejor escuela de Japón es de humanos. — Explicó abriendo la puerta de la oficina del director.
— Bienvenido, Señor Midoriya. — Estrechó su mano el pequeño hombre peliblanco de nombre Nezu. — Bienvenido también seas, Señorito Midoriya. — Por respeto a los vampiros, los humanos solo podían nombrar a sus hijos como señoritos y el apellido de la familia.
— Como sea. — Se quejó antes de que su padre y el director empezarán a hablar de trámites y documentos. Que aunque comprendía demás el tema, no tenía interés alguno.
Izuku solo miraba por el ventanal de la oficina, hasta que Nezu lo llamó. — Y usted, Señorito Midoriya, ¿Qué opina de todo esto? — Preguntó mirándolo.
— Solo estoy aquí porque mi papá me lo ordenó. — Dijo desinteresado.
— ... Bueno, creo que puedes empezar con rus clases hoy mismo. — Izuku se sorprendió, no estaba pensando en eso.
Nezu le dió su uniforme, algunos útiles y una credencial la cual se ocupaba para poder ingresar a la escuela.
— Es realmente horrible. — Opinó saliendo del baño, donde los dos hombres lo esperaban afuera para verlo ya vestido.
El uniforme consistía en unos pantalones color turquesa oscuro, una camisa blanca con corbata roja y un saco gris con detalles turquesas, demasiado llamativo según el pecoso.
— Me alegro que te guste hijo, yo te pasaré a recoger a la salida. — Acarició su cabello. — Recuerda que eres un Midoriya y debes enorgullecernos, sé el mejor. — Con esas palabras se fue.
Nezu llevó al menor hasta su nuevo salón. La 1-A. Izuku solo rodó los ojos antes de que le pidieran quedarse afuera para que ordenaran el salón para poder presentarlo.
— ¡Silencio! — El profesor de nombre Shōta, hizo un silencio sepulcral con tan solo ese pequeño grito. — Ahora si, continúe director. — Nezu pasó al frente.
— Bueno chicos, hace poco que iniciaron las clases entonces, un chico nuevo hará parte de la clase. — Hizo una pausa. — Por favor pasa y preséntate. — Dijo.
Izuku pasó y causó impacto, era realmente bello para cualquier ojo humano como vampiro.
— Soy Izuku Midoriya y tengo quince años. — Dijo monótono, en tantas escuelas había tenido que decir lo mismo que ya se le hacía familiar.
— ¿¡Quince años!? ¡Te vez muchísimo más joven! — Un peliamarillo con un rayo en su cabello soltó ese halago.
Izuku solo lo miró para luego mirar al director seriamente. — ¿Donde me siento? — Preguntó.
— Detrás del joven Bakugō está bien. — Katsuki alzó la mano de mala gana. Izuku caminó de forma elegante y se sentó con todos mirándolo, realmente no le importaba.
Luego de un silencio incómodo el director se fue y Shōta siguió dando su clase, curioso del porqué su nuevo alumno no escribía nada.
— ¿Puedo saber porque no tienes el cuaderno sobre la mesa anotando? — Preguntó severo.
— Porqué ya se todo el tema que está pasando, Sensei. — Dijo sonriendo.
— A ver, si tanto dices que sabes ven a resolver estos ejercicios del pizarrón. — Izuku caminó en silencio, tomó el giz y resolvió todos los problemas en menos de un minuto, todos miraban perplejos como la pizarra se había llenado de números y fórmulas.
— Listo, Sensei. — Caminó hacia el y le devolvió la tiza en sus manos con un aire de grandeza, no podía evitarlo, los vampiros eran muy egocéntricos.
Siguió la clase normalmente. Izuku solo miró por la ventana hasta que sonó el timbre. No sabía si era almuerzo o descanso, así que se dirigió al chico más nerd que vió.
— Hey, ¿Podrías decirme si es descanso o almuerzo? — Preguntó al peliazul el cual guardaba sus cosas debajo del pupitre.
— ¡C-claro que sí! ¡Ahora es almuerzo! — Gritó mientras movía sus manos de forma robótica y agarraba sus gafas para que no se le cayeran.
— Gracias.. — Dijo.
— ¡Tenya! ¡Tenya Iida! — Se presentó y le sonrió nervioso.
Izuku tomó su mochila y fue rumbo al comedor, compró una ensalada y empezó a comer en una mesa alejada del resto.
— Ese chico de allí creo que es un vampiro, no deberíamos estar cerca de él..
— ¡Escuché que mató a alguien! ¡Es un peligro tenerlo aquí!
— ¿No crees que es medio raro?
— Es un vampiro, nos va a sacar nuestra sangre, no debemos ser sus amigos..
— Es realmente lindo, que pena que sea un vampiro.
A todos los murmullos Izuku solo se puso auriculares para no escuchar el ruido mientras seguía comiendo.
Le importaba un bledo lo que opinaran los demás, el estaba allí para ser el mejor y ningún humano mediocre le haría cambiar de opinión.
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