El fantasma de un joven tiene la chance de reencarnar por 49 días. Para aprovechar esa segunda oportunidad, regresa a su casa en búsqueda de arreglar todo el desastre que ocasionó su partida.
•Nomin.
•Embarazo masculino.
•Actualizaciones un poco len...
JaeMin corría por todo el templo, saltando y haciendo pequeños bailes de emoción.
—¿Y ese increíble humor mañanero, Nana?— preguntó la señora Park, una dulce ancianita que apreciaba a las almas jóvenes como la de JaeMin.
JaeMin se acercó para sonreírle y darle un fuerte abrazo.
—¡Hoy es mi día! ¡voy a comer deliciosamente
—Que envidia te tengo... ¡ve a comer entonces! felices cinco años de muerto.
—Uf, si lo dices me entristece el día.
—¡Ya, Nana! anda a comer o si no RenJun le dará tu comida a alguien más.
Y JaeMin volvió a correr por el establecimiento, cruzó un par de puertas hasta llegar a uno de los templos dónde se llevaban a cabo las ceremonias de conmemoración.
Ahí ya estaba su foto, junto a una cantidad considerada de ramos florales, muchas velas y lo más importante... ¡una variedad enorme de distintos platos de comida!
Los fantasmas no comían en realidad, sin embargo, cuando se realizaban estás ceremonias de conmemoración también se llevaba a cabo un ritual para atraer el alma y que ésta tomara las ofrendas que se le ponían, en su mayoría comida.
—¡Que horror ven mis ojos! ¿quien escogió esa foto? shuuu, que horrible se me ve el cabello.
JaeMin recorrió el lugar, viendo como sus padres terminaban de arreglar su altar.
—Los amo padres, pero en esa foto me veo espantoso. Alguien me hubiese avisado que iba a morir y me tomaba unas fotos mejorcitas.
Chasqueo su fantasmal lengua y observó como entraba el hombre encargado del ritual junto a RenJun que le dedicaba una sonrisa.
Una sonrisa como de felices cinco años muerto, igual que la anciana.
—Ya, dile que empiece, necesito llenar mi estómago—. JaeMin le reclamó a RenJun y éste solo soltó una carcajada, ayudando a traer lo necesario para el ritual.
Pasaron unos eternos veinte minutos, hasta que RenJun anunció que todo estaba listo y sus padres, junto a su hermano, tomaron lugar en unos tapetes.
JaeMin ya había comenzado su banquete cuando la primera oración salió de la boca del hombre y se dió semejante atracón.
Comió de todo, sintiendo aliviada su pobre alma que llevaba un año entero sin degustar semejantes platillos. También bebió alcohol, aprovechando que ahora no caería ebrio después de su primer vaso.
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JaeMin sobaba su estómago, ya había arrasado con todo y ahora tenía esa sensación de que iba a explotar.