108 24 2
                                    

25 de febrero de 2019.

Ahí se encontraba JiWon.

Apagó la flama de la estufa y tapó la olla, dejando el cucharón a un lado para no perderlo de vista.

Procedió a sentarse en el pequeño comedor que tenían en la cocina, era solo una mesita con cuatro sillas. Era perfecta para su familia de cuatro integrantes, solo que cuando Jake comenzó a crecer sus piernas le estorbaban a su hermano menor que siempre se sentaba delante de él.

Discutían por eso y al instante firmaban una tregua silenciosa cuando su madre servía el postre.

Siempre fue así, siempre fueron así.

Aún perdida en sus pensamientos la mujer se percató de la llegada de su hijo mayor a la habitación, éste al ver la comida en la estufa tomó un tazón para servirse un poco.

Con el cucharón tomó bastante de la sopa junto a muchas algas que flotaban en la superficie.

—Jake, no tomes muchas algas, ya sabes que a JaeMin le encantan. Se molestara si ve que le dejaste las más cortas.— JiWon habló con naturalidad.

Seguía con la mirada enfocada en algún lugar del piso y sus manos estaban cruzadas sosteniendo su rostro.

Jake ante el comentario dejó caer el cucharón de regreso a la olla. Esas palabras lo lastimaron más de lo que debería, y no se trataba ahora de una simple pelea absurda dónde podía después decirle a su hermano que por su culpa no podía comer muchas algas.

—Mamá, por favor...— rogó en un intento de susurro.

—No Jake, esa sopa la hice para tu hermano. Es su favorita, no insistas. ¿Sabes que? tal vez le quiera llevar a JeNo un poco. Mejor te haré algo más de comer, espera un momento.

JiWon se levantó de su silla y corrió al refrigerador a tomar algunos ingredientes para hacerle una comida buena a su hijo mayor.
Tal vez así no quedaría resentido porque a su hermanito le habían hecho su comida favorita.

Con cuidado se instaló en uno de los muebles de la cocina, para después comenzar a cortar las verduras con cuidado.

No supo cómo sus manos se parecían controlar solas, su mente estaba ida, solo podía pensar en cocinar, cocinar, cocinar.

—Mamá basta.— Jake la observaba aún con el tazón en sus manos.

La mujer no lo escuchaba, seguía moviéndose buscando un colador para enjuagar sus ingredientes.

Jake no lo resistió más y la sostuvo de los hombros, se contuvo lo más que pudo para no dejar que sus lágrimas cayeran, pero fue imposible viendo a su madre así de perdida.

—Mamá, solo por favor, detente. JaeMin ya no...

—No, no es cierto. Ese fue un mal sueño que tuve hace unos días. No debí contárselos, ahora están paranoicos ante esa descabellante idea. Vamos, te haré algo rico de comer.

—No fue un sueño, JaeMin... Nana se fue mamá.

—Deja de mentirle a tu madre, Na JaeYoon. Él vendrá pronto, por eso le prepare su sopa favorita. Va a venir y jugaremos con su pancita, le pintaremos cosas nuevas para tomarnos muchas fotos, vamos a tratar de adivinar cuánto a crecido esta vez y yo voy a ganar, yo atinare perfectamente cuando mide su barriga, y-yo lo h-hare.

Y esa mujer se rompió ante la idea.

No estaba demente, pero se negaba a dejar ir a su pequeño bebé.

Ese pequeño bebé que la hizo no dormir por días ya que llorar era su juego favorito por las noches, ese pequeño bebé que le pidió que le arrancará su primer diente porque necesitaba dinero para el regalo de cumpleaños de su hermano mayor, su pequeño y adorado bebé que un día emocionado le contó que conoció a su alma gemela, su pequeño bebé que un día llegó con una brillante sortija de compromiso en su dedo, su pequeño bebé que lloró antes de caminar hacia el altar, su precioso hijo que le contó que sería abuela.

Su precioso bebé le rompió el corazón y la dejó con el dolor más grande que una persona podía experimentar: perder a un hijo.

Un niño que perdía a sus padres se volvía huérfano, pero ¿una persona que perdía a un hijo como se le llamaba?

Jake abrazó a su madre para llorar juntos.

Era doloroso y recién estaban por comenzar ese largo camino de duelo. Uno muy difícil, uno muy repentino.

Pero estaban juntos, su familia seguía unida aunque les faltaba una pieza para estar completa.

¡Hola y adiós, papá!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora