¡Hola y adiós, papá!

Dieciséis

JeNo, JaeMin y Hyuck estaban arrodillados con los brazos arriba mientras la familia Na los veía fijamente.

¿Cómo llegaron hasta ahí?

Fácil, después del shock emocional llegó el bombardeo de preguntas y después la reprienda.

Hasta mandaron a traer a JeNo, creyendo que éste no sabía nada, pero al ver que si sabía entonces también lo castigaron.

–Somos adultos, ¡ya me duelen los brazos!

–¿Me vuelven a explicar porque estamos así?

–JaeMin por no venir con su madre, JeNo por no decirnos y Hyuck para ser equitativos.

–¡Mamá!

JaeMin berrincheo y solo asi JiWon aceptó quitar el castigo.

–Ya, pueden bajar los brazos.

Los tres integrantes de la familia del menor aún no procesaban la historia de cómo es que su niño volvió a la vida, pero ¿quienes eran para ponerse a sobrepensar sobre eso?
Lo único importante es que JaeMin estaba ahí, de regreso con ellos.

–¿Ya podemos irnos? tengo una criatura que cuidar, de seguro mark lo está alimentando con ramen instantaneo y una bebida energética.

–Digo lo mismo, pero yo multiplicado por dos.

Acompañó JeNo antes de levantarse del suelo, aprovechando para tronarse la espalda que ya lo estaba matando por la posición en la que estuvo.

–Váyanse, menos tú JaeMin. Tienes prohibido salir de esta casa, nunca más vas a volver a salir. Te quedaras aquí donde pueda vigilarte y cuidarte siempre.

–¡Pero mami!

Y en lo que retenían a JaeMin, JeNo y Hyuck aprovecharon para huir de la casa Na.
No lo estaban abandonando, simplemente creían que era un momento más íntimo familiar, y a pesar de que ellos eran como de la familia, no les correspondía estar ahí.

Las horas pasaron, JaeMin tuvo que quedarse esa noche en casa.
Era muy de madrugada cuando decidió escapar de los brazos de sus padres (porque habían decidido dormir todos juntos) y se puso a explorar su antiguo hogar.

Se paseo por todas las habitaciones, viendo cada pequeño detalle que había.

Finalizó en la que fue su habitación durante años.
Ahí aún estaban sus fotografías y algunas decoraciones que él mismo hacía.
Todo estaba intacto, como si nadie se hubiera atrevido a entrar nunca.

Lo único nuevo eran unas prendas de bebé que suponía eran de sus hijos.

–Mamá nunca quiso que tocaran esta habitación.

JaeMin saltó asustado.

En la puerta estaba Jake, que también entro a la habitación.

–Me asustaste horrible, eres muy sigiloso.

–Lo siento.

Jake río y también empezó a ver la habitación.

–Yo... aún estoy muy sorprendido de que estés aquí.

–Lo sé.

–Fueron años difíciles, nana...

JaeMin se quedó callado.

Por supuesto que lo sabía, pero era incapaz de decir una mentira más sobre eso.
Él deseaba pedirle perdón a cada uno de los que afectó con su muerte.
Rogarles que ya no lloraran por él, suplicarles que lo dejaran ir, que ya no se lamentaran por su final.