Mientras mi torpe asesor firmaba un documento, yo analizaba su oficina con mucho cuidado de que él no se diera cuenta. No tenía nada de decoración, en comparación con los cubículos de los demás profesores, que tenían retratos, premios y cualquier cosa para llamar la atención, me daba la impresión de que él era muy minimalista.
Cuando levantó la cabeza, giré mi cabeza hacia él con tanta rapidez que creo que me lastimé el cuello. Se alejó de su silla y guardó su lapicero en la bolsa de la camisa. Se veía tan curioso y extraño estando tan formal que estaba haciendo un gran esfuerzo por no echarme a reír.
—Bien, toma —y me dio el documento.
—¿Y con esto no me suspenderán?
—Yo espero que no. Además, tienen que revisar las cámaras, Frederick te estaba acosando. Por suerte estaba cerca de ahí, si no, te habrían mandado a detención de inmediato.
—Es lo que creí. ¿Pero por qué no permitiste que me llevaran? Si tanto me odias, no hubiera metido las manos por mí.
—En primer lugar no te odio, así que no digas esas coas. Además, no fue tu culpa, yo habría hecho lo mismo, es más, le habría roto parte de la cara. Es algo que odio demasiado.
—¿A los jóvenes?
—Los abrazos —me miró atento y decidí desviar la mirada, sintiéndome algo incómoda. Me levanté del lugar porque todavía tenía que entregar el documento para que me dejaran salir.
—Bueno, me voy —avisé y caminé hacia la puerta y escuché que las rueditas de su silla se deslizaron por el suelo.
—Te acompaño —sugirió—. Porque de todas maneras, soy yo quien abogué por ti, debo darles el documento.
Caminar con Kurt por el pasillo, se sentía raro. El sentimiento de desagrado que tenía hacia sus clases y su comportamiento prepotente, todavía lo conservaba, pero creo que después de todo, él no era tan déspota como aparentaba ser en el aula. Aunque no entiendo por qué quería dar esa impresión frente a todos.
—¿Ya ha hecho eso antes? —preguntó rompiendo el silencio que se formó entre los dos.
—¿Qué cosa?
—Acosarte de esta manera —y me miró a la cara.
Seguí caminando con la mirada al frente, pero mi cerebro me hacía recordar que sus ojos seguían puestos en mí, decidí voltear y por primera vez, vi unos ojos con ese azul intenso que parecía incluso un morado lila. Creí al principio que eran lentes de contacto pero al darme cuenta que ya había excedido el tiempo necesario, bajé la mirada.
—Ah, no es relevante eso —negué mientras él abría la puerta de la oficina del director.
Wagner se encontraba en el monitor. Tuvimos que hacer bastante ruido para que el anciano se levantara de su silla y nos despreciara con su cara malhumorada de siempre.
—Es el documento —indicó Kurt acercándole la hoja.
La tomó y se le quedó viendo por largos segundos en los cuales aproveché para darle una revisada rápida a los papeles que estaban en la mesa del centro. Hablaban sobre algo de renovación de contrato.
—¿Se da cuenta que abogar por esta chica es un caso perdido? —cuestionó después de revisarme con la mirada de forma despectiva.
Mi corazón se aceleró y mi respiración se volvió más fuerte y pesada. Esas palabras... tenían un gran impacto en mí. Intenté que eso no me afectara en este momento, así que miré a Kurt y de repente, vi cómo tensaba la mandíbula además de que sus ojos se entrecerraron.
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Desolado (EN EDICIÓN)
Teen FictionPara Ágata Shcüler ser escritora ha sido siempre un hobby y un pasatiempo que le ha ayudado a mejorar su mundo. Pero no pasará mucho para que llegue un chico nuevo a su universidad, que resultará ser su profesor de música, el cual pondrá el mundo de...