11: román

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Febrero de 1997

    Luego de lo ocurrido en año nuevo, Pablo y Lola decidieron que tal vez no era tan peligroso olvidar que eran amigos solo por un rato. Después de todo, el hecho de romper esa barrera para acabar con el deseo, unicamente lo incrementaba. Aún así pactaron que los besos serian permitidos entre ellos, ya que un beso no se le niega a nadie. Con respecto al sexo, lo mejor era dejarlo al margen. Esto para no alimentar las ilusiones de Pablo ni las confusiones de Lola -algo que ninguno de los dos aclaró- pero ambos sabían que, tarde o temprano, olvidarian aquella condición. En resumen, eran amigos que se besaban, nada más.
  Las semanas posteriores las cosas verdaderamente regresaron a la normalidad. La incomodidad desapareció del departamento para dejar al dúo riocuartense por fin en paz. Pablo entrenaba sin problemas y Lola por fin dictó una fecha para comenzar la firma del contrato con la discográfica CBS, la cual era hoy.
  La banda de chicas se encontraba en la oficina principal del estudio, frente a los papeles que las llevarían al éxito con solo una firma de distancia.

—Quedamos así —Habló el CEO de CBS — Tres discos, tres años. Las giras vamos a verlas dependiendo el éxito de la banda ¿Bien? Ustedes reciben el veinte por ciento de las ganancias por ventas de discos físicos.
  A Flora le parecía una total estupidez, pero las otras tres estaban completamente cegadas en el prestigio que la empresa tenía por haber sido parte de la trayectoria musical de Soda Stereo. Ni siquiera habían leído el contrato completo, pero el amor por la música le ganó y arribó el barco junto a sus amigas, sin importar que tan fuerte sean las olas.
  Fue la primera en firmar. Lo hizo rápido antes de arrepentirse. Las demás también firmaron rápidamente pero por las ansias y emoción de lo que presenciaban. En menos de un minuto, Eruca Sativa ya tenía su primer disco asegurado.

—Perfecto, chicas — Habló el hombre —Las grabaciones comienzan en marzo. Para junio el disco ya tendría que estar saliendo. Nos vemos en unos meses.
 
  La banda se retiró del lugar con las emociones y expectativas fuera de la estratosfera. No podían creer que ya tenían una discográfica de respaldo y que en tan solo tres meses sacarían su primer disco.

—Chicas —Habló Flora —¿No les parece poco solo tres meses de grabación?
  Y tal vez tenía razón, pero la realidad era que el tiempo de grabación de un disco era bastante relativo, por lo que las demás no tuvieron preocupación sobre el corto lapso de tiempo que ocupaban.

—Nah, estamos bien —Contestó Brenda.

—Ya tenemos un montón de canciones escritas, no creo que sea un problemon. Grabamos y ya está —Las dos restantes estaban de acuerdo con la respuesta de Lula.
  Oficialmente había comenzado una nueva era para la banda. Desde tocar en un bar por pura suerte hasta firmar con una agencia importantísima. Lola estaba maravillada, no podía creerlo. Su camino al alcance de sus sueños estaba cada vez más y más cerca. En un abrir y cerrar de ojos, se encontraría tocando en los estadios más grandes del país. Tal emoción hizo que se separara del grupo de chicas unos segundos para acercarse a un teléfono público y llamar al departamento. No podía contener las ganas hasta llegar a su casa y decírselo a Pablo, tenía que contarlo en ese preciso momento. Se escuchó tres veces el pitar de la línea hasta que Pablo por fin respondió.

—¿Hola?

—¡Pablo! — Exclamó Lola de la emoción—¡Soy yo, Lola!

—¿Paso algo? ¿Estas bien? — El tono alto de voz de su amiga lo alteró.

—Si, si. Estoy más que bien. Estoy perfecta —Pablo soltó en un suspiro la preocupación —Pablo, acabo de firmar con la discográfica, es increíble, no lo puedo creer. No aguantaba para decirtelo en persona. En junio sacamos el disco, dios, es una demencia.
  La felicidad que tenía Lola contagió a Pablo desde el otro lado de la línea.

1990 | Pablo AimarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora