Capítulo 1

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Las llamas azotaban la capital de Westalis, el reino había caído en un mar de llamas y sangre.

Los soldados eran decapitados, algunos puestos como rehenes, cada habitante podía ver el autor de aquel acto tan cruel, Donovan I Desmond, rey de Ostania, reino vecino y enemigo de Westalis.

Hacía años, el reino de Westalis había sido un país pacífico que no se involucraba con las guerras y conflictos vecinos. Las armas y todo tipo de amenaza fueron desechados en los profundos cimientos del palacio.

Era claro quien ganaría.

Ni un soldado en Westalis estaba preparado para pelear, solo la Guardia Real, que se sacrifico para proteger a la última princesa que yacía con vida, Anya Levsky que solo contaba con 17 años.

Desde el caballo de el caballero Loid, pudo ver lo que alguna vez fue su hogar, derramando gritos agonicos y sangre de sus súbditos.

¡Viva el Rey Donovan! ¡Viva Ostania!


•••

El caballo de Loid corría veloz hacia el bosque evitando encontrar el ejército de Donovan, esperaba llegar al reino aliado en unos días, y poder tener de protegida a la princesa.

Eso no paso, una flecha impacto en su brazo haciendo que cayese del caballo.

Su espalda impacto en el suelo, con un grito agudo intento ponerse de pie, pero las espadas en su cuello se lo negaron.

A paso lento, un caballo negro en medio de los hombres se abrió paso, y el jinete con su armadura puesta se quitó el casco que le protegía; era Damián Desmond, segundo hijo de Donovan.

—Usted es Sir Loid Forger, me han contado mucho de usted.

Entre los hombres de Damián, uno se asomaba en silencio, sus ojos rojos como sangre observaban al hombre herido que observaba el caballo con la mujer en capucha.

Por primera vez, Loid tuvo miedo, miedo de no cumplir la promesa de su rey, tembló inconscientemente cuando los hombres dejaron de prestarle atención a él, y la fijaron en la chica que jalaron del brazo y arrastraron a su lado con él.

—Asi que tenías compañia, no te preocupes, nos divertiremos nosotros con ella.

Los ojos de Anya se abrieron con miedo, y observó al príncipe que solo era testigo de lo que sus hombres hacían. No pudo defenderse cuando uno de ellos le arrancó la capa dejando flotar su cabello rosa enmarañado por la huida por el aire, su rostro estaba sucio y tenía sangre en el vestido.

Nadie hablo cuando supieron quién era.

—Bajo mi mando, ni una mujer será violada y asesinada, que les quede claro —hablo Damián —somos caballeros, no salvajes, pero hemos ganado el premio mayor, tenemos a la primogénita y heredera de Westalis. —sonrio— informen de esto a su Rey.

Loid se levantó apenas y los soldados se distrajeron —¡No pueden! —grito desesperado —No pueden ponerle un dedo encima o

Un ruido sordo se escuchó detrás de su cabeza, cuando sus ojos enfocaron al causante, vio aquellos ojos rojos de nuevo y cayó desmayado.

—¡No! Por favor —suplico Anya —por favor dejenle vivir, iré a dónde digan, pero perdonenle la vida a este hombre.

Damian miro el escenario, una princesa... No, una reina sucia y en la tierra suplicaba el perdón de su caballero, sus pequeños hombros temblaban, no sabía si de miedo o de angustia, pero sea lo que fuere, no importaba, no es que le importara lo que le pasara, esa decisión la tomaría su padre.

—Vamos—tomo su brazo—el Rey estará feliz de verte —no le costó subirla a su caballo y pronto agitó las riendas de este para seguir por aquel camino que asomaba sangre y humo.

•••

Llegaron al centro de batalla, el signo de los Desmond se alzaba en una gran bandera anclada al sitio, tan pronto llegaron su padre sonrió al ver a aquella chica, y Damián solo la empujó de su animal, impactando sin más al suelo.

—¡Auch!

Se quejo, mordiéndose el labio para aguantar las lágrimas que trataban de salir de sus ojos, tanto que sangraron. Sus delicadas manos hicieron levantar su cuerpo pero la mano de Damián la sostuvo de la parte trasera del cuello, y la mantuvo inclinada y al Rey.

—Muestra respeto a tu Rey.

—Él no es mi Rey—escupio—es un maldito usur...

Sus mejillas fueron tomadas fuertemente por Donovan, y la bofetada que le dio la hizo volver a el suelo.

Damian reprimió el deseo de querer ayudarla, podría lanzarla, pero jamás golpear a una dama. Y menos indefensa.

—No tienes familia, y mucho menos un reino ahora, no vales nada, pero, si las casas que me juraran lealtad cuando esté lugar al fin sea de un Desmond, me traicionaran para volver a reclamar el trono para ti, entonces si vales —tomo su rostro y lo obligó a verlo. La sangre corría por la nariz de la chica —pero te tengo una propuesta, una que te dará a elegir con quién casarte—los ojos de Anya se abrieron —puedes elegir a Demetrius, mi hijo mayor, es un guerrero dotado o Damián, un estratega, no hay nadie más listo en todo Ostania que el.

—Prefiero morir con mi gente —rio —¿crees siquiera que uno de tus hijos me merezca? Son escoria como tú.

Los murmullos de los soldados empezaron a tensionar el ambiente, pero la mano firme de Donovan hizo silencio.

—No tienes opción —prosiguio —¿recuerdas a aquel caballero? Si no aceptaces el moriría, y su esposa sería no solo asesinada, ¿no es triste? La peor deshonra de una mujer.

Sus ojos entonces lloraron, las lágrimas empezaban a caer al suelo sin parar, tan rápidas y lastimeras que solo se soltó del agarre del hombre, y se levantó del suelo.

Lo pensó.

Casarse con uno de los hijos de ese bastardo significaría que las casas la abandonarian, pues ya no sería Levsky, sería una Desmond y el trono que alguna vez fue de su padre se perdería, pero no podía hacerle eso al caballero que la cuido desde niña, cómo si fuera su propia hija, era una lealtad que no podía simplemente romper.

Volteo la cabeza hacia el segundo hijo, y este retrocedió por la manera en que lo vio, una sonrisa sutil salió de sus labios mientras entrecerraba los ojos.

—Si puedo elegir a uno, será él, aunque deje darme su palabra, que Loid Forger y Yor Forger estén vivos y nadie les hará nada.

Se atraen más abejas con miel que con sal. La única forma de salir era a través del segundo hijo de su enemigo.

Damian Desmond.

Pierdes Tú O YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora