Capítulo 4

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La había visto suspirante esos días, hundida en un mar de pensamientos que poco a poco la tragaba a lo más profundo.

Tampoco sabía cómo actuar. Nunca pensó en casarse, ni pensaba hacerlo en realidad, pero ahí estaba, con una esposa.

Habia intentado hablar con ella, pero cada que quería emitir un sonido, ella ya estaba alejada de él, dándole la espalda y siguiendo su camino por los pasillos del castillo.

Hasta ese día...

Sus pasos lo llevaron al campo de entrenamiento, justamente cuando escucho una flecha impactar en el blanco. Observó como los finos dedos volvían a tomar una flecha del carcaj y preparaba nuevamente la postura para detenerse antes de lanzar el siguiente disparo.

La flecha impacto en el blanco justo en el medio a diferencia de la otra que estába un poco alejada.

Se recargo en la pared a seguir observandola, pero Anya sintió la mirada de alguien, y volteo a su encuentro, frunciendo adorablemente el ceño, para volverlo a ignorar y tratar de concentrarse.

—No sabía que eras arquera.

—Hay muchas cosas que no sabes de mi, mi señor.

Dejo de lado el arco, y lo observó, se notaba nervioso, tal vez necesitaba hablar con ella de algún asunto, así que boto su arma, y camino hacia él.

Damián levanto la mirada al verla dirigirse a él, caminando tan segura de si misma hasta que quedó cerca de él.

—¿Paso algo? Algo te tiene tan impaciente.

Rió —¿te preocupas acaso por mi?

—Si tiene que ver conmigo y mi futuro, me preocupa.

Damián suspiro —Tu futuro está escrito Anya, eres la esposa de un príncipe, y nada, absolutamente nada hará que se anule el matrimonio, tan solo la muerte.

Entonces ella se alejo, volteando a otro punto, apretando visiblemente las manos.

—Creo entonces que no tienes nada de que hablar, me retiro mi señor.

Sus pasos pronto se alejaron y solo le quedó suspirar. No era como lo había planeado, tampoco esperaba que ella le amara, pero si que aprenderían a tolerarse o quererse.

En algún otro lado en Westalis...

El caballero Loid se encontraba en un lugar secreto de los ojos de espías Ostanianos, excepto de unos tan rojos como la sangre, hablaba de su cuñado; Yuri. Le había dado un golpe en la cabeza para salvarle el cuello de que lo ejecutarán. Solo debía hacer que huyera con su hermana en el próximo barco que fuera para Ostania.

Pero él era tan necio, tan regido por la lealtad de un reino caído.

Tal vez él se hubiera rendido de ir por la princesa, pero él vio todo.

Vio la humillación en público de la princesa, rogando al hombre que era su esposo, y derrumbandose a sus pies de la vergüenza y el coraje. Si el no hubiera tenido que reprimir todos esos sentimientos, estaría muerto por tratar de cortar el cuello al bastardo de Damián Desmond.

La princesa Anya era una ave en una jaula abierta, y afuera de la jaula había un sinfín de lobos hambrientos esperando para devorarla cuando saliera.

Claro que sus habilidades no le dificultaron entrar al castillo de infiltrado, pero no pudo llegar a la habitación de la princesa, había una gran seguridad, cómo si tuvieran miedo de que se escapara. Y tenían razón de tenerlo, la habitación de la princesa tenía 3 pasajes secretos: uno a los establos en caso de una guerra, que fue por dónde escapo, la segunda llevaba a la biblioteca detrás de una chimenea y la última conectaba una habitación con otra.

A media noche, cuando la luna estaba en lo alto, reclamando la oscuridad de sus terrenos, Loid se transformó en una sombra, tan silencioso que el mismo viento hacia más ruido que él.

La puerta de la biblioteca fue abierta, y más tarde, de la chimenea, una puerta se abrió y luego, se devolvió a su lugar.

Las escaleras estaban subiendo, y la oscuridad le obligaba tocar con su mano la pared, pues la escalera iba en caracol, hasta que llego al final, que no tenía salida, pero él hundió la puerta de una piedra, y se abrió.

Lentamente asomo la cabeza, y vio a la princesa en su ventana, sola observando la luna.

—Mi reina...

Anya volteo al reconocer la voz y sus lágrimas trataron de salir, pero las detuvo lo más que pudo, y observó la puerta principal, dónde se asomaban las sombras de dos guardias. No perdió el tiempo, y saco de su baúl, una carta, envuelta en el sello real de su familia, tomo las manos de su antiguo caballero y se la entrego.

—Escucha atento Sir Forger, eres un padre para mí, pero no puedes arriesgarte así. Toma esto, cabalga con los Blackbell y entrega esto a Becky, estoy segura que su padre tratara de evitar que ella meta sus manos en esto, pero puede enviar armas,armas a la resistencia que aún me apoya. No hay tanto tiempo como se ve, las paredes tienen ojos, y tienen oídos. Anda y ve, pronto vendrá mi esposo.

Lo guió a la entrada, y cerro de nuevo el lugar. Para él era más fácil llevarla consigo, pero ella aún no se rendía en ese juego de reinos. Tal vez su padre lo hizo, pero mientras la sangre de ella siguiera caliente en sus venas, eso no acababa.




Lamento por el capítulo corto y no actualizar, he tenido exámenes espero lo disfruten

Pierdes Tú O YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora