Memories Of Love 《 Estarossa/Mael 》 |Yaoi|

XXIII

El camino que prosiguió al Reino de Liones Los Pecados Capitales, bueno más bien King y Hawk, intentaron hacerle preguntas a Eirian sobre los planes de los demonios y sus debilidades buscando obtener más información de la que Elizabeth les había dado, sin obtener alguna respuesta del joven muñeco quien se limitaba a mantener una agradable conversación con la cabeza del muñeco Gowther que estaba poniendo al día a su hermano mayor de lo que había acontecido en su vida durante los últimos años, por sugerencia de Merlín decidieron dejar de intentar ya que al final, Eirian no les diría nada y simplemente se limitaría a responderles un "Preguntenle a Elizabeth" si es que respondía, no podían entender porque este era tan arisco con ellos.

Por supuesto que al llegar a Liones el espectáculo que se armó no fue para menos la llegada de Ludociel y los arcángeles género problemas para todos a pesar de la alianza que formaron, cuando Sariel y Tarmiel se percataron de la presencia de Eirian, un miembro de la Raza Demoníaca, un espía de los demonios, un demonio, no tardaron nada en amenazar con atacarlo, siendo detenidos por Ludociel que había reconocido a quien en algún momento fue la pareja de su hermano menor y también a quien podría llamar un amigo, aunque eso sorprendió enormemente a los otros dos arcángeles y también a los Pecados, el arcángel que estaba poseyendo el cuerpo de la princesa solo dio una vaga explicación antes de retirarse y Eirian, bueno, los Pecados y Caballeros Sacros parecían no tener la intención de dejarlo andar por su cuenta.

« Bueno... No son tan tontos, al menos no confían ciegamente en un posible espía enemigo, al menos usan la cabeza » Pensó el muñeco soltando un suspiro mientras que veía por la ventana de aquella taberna donde finalmente le dejaron junto a Diane se había ofrecido a vigilarlo aunque el Rey Hada se había opuesto a esto, la gigante consiguió convencerlo de hacerlo.

- Eirian -Oyó que lo llamaban y se giró un poco hacía las gigante para verla como indicándole que hablara, ella le caía bien, le resultaba una niña muy dulce- Bueno yo... Se que sonará extraño lo que te diré así que tú tranquilo, ¿vale? -Dijo la castaña recibiendo un asentimiento del azabache como respuesta- Verás es una larga historia, hace tres mil años por un hechizo raro viaje a la mente del Rey de los Gigantes y hablé con Gowther, pero no Gowther el muñeco que conocemos si no Gowther el mago que los creo a ustedes dos... -

- ¿Mi padre...? Pero... ¿Como? -

La confusión y sorpresa del muñeco eran bastante evidentes, ¿cómo Diane había podido hablar con su padre? ¡No tenía idea que había un hechizo que permitiera a las almas viajar en el tiempo de ese modo! Además... Las últimas interacciones que había tenido con su padre habían sido desastrosas, solo recordarlas hacía que un nudo se formará en su mejilla, pero aún así él era su creador, su padre, y lo adoraba y amaba a pesar de cómo las cosas acabaron.

- Él me pidió que cuidara de Gowther y que le guiase por el camino correcto, y también... -Escuchó decir a la chica que hizo una pausa que lo inquieto un poco- También me pidió que te dijera que lamenta mucho la manera en que se comportó contigo y las cosas que te dijo, ¡oh! También que espera que puedas perdonarlo por todo lo malo que te llegó a hacer, discúlpame si no te digo las cosas exactamente como las dijo él, ¡pero quizás luego Gowther pueda aclarar tus dudas y...! -

La de ojos violetas dejo de hablar de golpe al ver las lágrimas salir de los ojos del azabache de menor altura, este parecía estar en shock la mirada perdida, como si estuviera procesando toda la información que acababa de recibir.

Recordaba con mucha claridad las palabras de su padre y lo mal que lo habían hecho sentir, pero esa disculpa que había estado allí esperándolo a él durante tres mil años... Fue como si de algún modo aquello le diera una especie de cierre a todo aquel conflicto con su padre, no podía olvidar eso así como así, pero el resentimiento que tenía por eso se había alivianado... Era algo que no sabía que necesitaba.

Simplemente no podía seguir resentido con su padre si este se había tomado la molestía de encargarle aquel mensaje a Diane después de todo sin tener la certeza de si algún día podría ser entregado.

- Disculpa Diane... ¿Qué me decías? -Preguntó el muñeco en lo que pudo controlar su llanto y hablar de nueva cuenta- Es solo que me sorprendiste, ¡verdaderamente no me esperaba que me dijeras eso! Pero te agradezco que me dieses el mensaje -

- ¿Eh? Ay eso ya no importa... -Negó la gigante y se acercó un poco a Eirian para observarlo fijamente antes de soltar una risita- ¿Sabes algo? ¡Cuando Gowther mencionó que sería casi idéntico al otro Gowther no me esperaba que fuera así! ¡Estoy muy sorprendida! -

El muñeco sonrió por el entusiasmo de aquella chica, esa alegría y curiosidad infantil que tenía le recordaban a él mismo quizás por eso no tuvo mucho impedimento para responder las preguntas de la chica o seguirle la conversación soltandose a poco, era agradable hablar con alguien que simplemente disfrutarse de contar alguna anécdota o hablar trivialidades y no sobre estrategias de guerra o batallas, no recordaba ya casi cuando fue la última vez que estuvo así, Estarossa no era muy conversador era alguien más bien afectuoso, por otro lado sus amigos de los Mandamientos... Bueno casi todos conseguían como sacar el tema de la guerra a flote de uno u otro modo.

Esa pequeña calma sería lo único que tendría porque sabía que al día siguiente pasase lo que pase empezaría una batalla que sería esencial para determinar el curso de la Guerra Santa y fuera quien fuera el ganador de ella, definitivamente habrían cambios muy grandes en el mundo con lo que resultase.

No sabía que sucedería, pero tenía un presentimiento de que algo... Algo muy fuerte pasaría, quizás el principio de una nueva ronda de batalla o el fin de una era, no lo sabía, pero ese presentimiento estaba ahí y no le gustaba nada.