CAPÍTULO 10

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Aquella tarde, Alberto se encontraba en el hotel en el que pasaría una semana entera en su especie de vacaciones. Sabía que lo que se había decidido a hacer aquel mismo día no iba a ser nada fácil. Pero también sabía que tenía que hacerlo porque si quería empezar otra vez una relación con Verónica, tenía que llamar a su actual pareja para aclararle todo lo que sentía por su ex. Así que, sin pensárselo, buscó su número n la agenda de contactos. Cuando ella le contestó al teléfono, él fue directo al grano:

-Hola, cariño. Bueno, por favor, mira, déjame que te diga todo lo que te quiero decir sin cortarme por muy mal que te parezca-zanjó él sin darle si quiera tiempo a saludar.

-Vale, está bien, como tú quieras-alcanzó a decir ella, muy extrañada.

- A ver. Todo esto tiene que ver con mi ex-mujer. Por favor déjame continuar-arrebató él, en vista de que no había encabezado bien la charla y sabiendo que su mujer actual iba a explotar de un momento a otro-mira, cariño. Tú ya sabes lo que te conté de Verónica, y, aunque yo ya estaba enamorado de ella desde que la conocí hace ya mucho, estos últimos meses con ella, terminando el libro de mi hija, me han servido para darme cuenta de que es a ella en realidad a quien quiero.

Por un momento, se dio cuenta de que había metido la pata del todo, pues estaba siendo extremadamente sincero. De repente, su mujer empezó a llorar, eso sí, obedeciéndole en todo momento, no articuló palabra hasta que su marido dejó de hablar, porque sabía que nada de lo que ella dijera iba a conseguir detenerle.

-La cosa; que te quiero y te aprecio muchísimo, pero no creo que nunca llegue a sentir por ti lo mismo que Verónica me ha hecho sentir por ella a lo largo de todos estos años.

Cariño, por favor, no te enfades. Quiero empezar una relación con ella, pero tampoco quiero perderte a ti.-dijo él, que ahora también, tenía lágrimas en los ojos.

-Ya, cariño, pero es que no me vas a perder, porque yo siempre estaré ahí para ti; yo siempre te voy a apoyar en absolutamente todo, y al contrario, yo no me enfado. Es tu vida, y tú sabes lo que quieres hacer con ella. Lo único que te pido es que por favor seas muy feliz.

Dicho esto, su ahora ex y él colgaron. Pese a la distancia, ambos coincidieron en lo que hicieron al colgar el teléfono. Los dos se tiraron en sus respectivas camas, desamparados. Ella, empezó a llorar desconsolada, pues ahora, Alberto la había dejado sola en una ciudad que, pese a ser la suya, se le hacía desconocida. ¿Cómo se suponía que iba a explicarles ahora a sus hijos, pequeños, y a sus padres, que había roto con su pareja y que sus hijos ya no tenían un padre cercano? Él, por su parte, sentía un vacío por dentro, inexplicable y a la vez muy claro. Se sentía culpable de todo lo que le fuera asuceder ahora a su reciente ex, pero es que no podía dejar de pensar en Verónica.

No quería ni imaginarse lo que fuera a suceder a continuación, sabiendo que, por un lado, tenía dos hijos pequeños, y, por otro, una ex que ahora volvía a ser su novia con la que compartía una hija difunta. Decidió salir un poco para despejarse un poco antes de volver a hablar con Verónica. Se dirigió entonces al bar del pueblo más cercano a la casa. Allí pasó buena parte de la noche, hasta la madrugada. Se dijo que ya hablaría con Verónica y que intentaría que fuese lo antes posible. También, que no podía perder el contacto con la otra, así que decidió escribirle un mensaje. Como era de madrugada, no se calentó mucho la cabeza y, antes de irse a dormir, le escribió esperando que no se hubiese enfadado y que le contestase por lo menos al día siguiente.

                                                                    ALICIAWhere stories live. Discover now