CAPÍTULO 11

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Ya por la mañana, sobre las diez, su reciente ex le contestó, en un mensaje en respuesta al que él le había envido la madrugada anterior:

"Hola. Bueno, quería darte las gracias por sincerarte conmigo ayer. Quiero decirte que te quiero y te aprecio muchísimo, y que nuestros hijos también. Te escribía para darte las gracias por todo lo que has hecho tanto pr mí como por ellos durante todos estos años, y por haberme demostrado lo mucho que me has querido. En definitiva, que nunca podré olvidar a Alicia, y que yo tampoco perderé el contacto contigo. Me gustaría que los peques hablaran contigo, y yo también. Te quiero, y por favor, cuida bien de Verónica. Es una tía genial, y salta a la vista lo enamorado que debes estar de ella.

Te quiero"

Lo cierto era que Alberto no esperaba que le hubiera contestado; ni siquiera que hubiera leído el mensaje. Pero despertarse y ver ese mensaje que respondía al suyo, le llenó de alegría y satisfacción. En cuanto lo leyó, se quedó un poco descolocado pero a la vez contento de que ella fuese tan comprensiva, aunque ya sabía que por muy comprensiva que fuese, le dolía un poco, y era lógico, porque en realidad, era él el que no se había portado bien. Por un momento, pensó que él mismo se comportaba como un adolescente que solo busca tener a todas las chicas detrás. ¿Y si en realidad era así como le veían los demás y estaba en lo cierto? ¿Y si se había portado demasiado mal con ella y estaba mal por su culpa? Para no pensar más, se dio una ducha rápida antes de afrontar otro día más.

Ese día, Verónica y él no tenían planes, por lo que decidió que por el momento, se quedaría en el hotel. Quizá luego saldría a dar un paseo, no sabía. Todavía le quedaban unos cuantos días antes de marcharse, aunque cada vez, veía menos claro adónde. Barcelona podría ser una opción, pero recordó que ahora estaba volviendo a salir con Verónica y que irían a un destino al cual ambos les pareciese bien. Quedarse en el pueblo, era algo que también era consciente de que podría pasar, eso en el caso de que ella quisiera volver a compartir espacio con él.

Por la tarde, ambos se encontraban sin hacer nada. Ella, sentada bajo el árbol que se encontraba a unos pocos metros de la casa, leyendo un libro, y pensando. Él, en el hotel, imaginándose cómo sería si Alicia viviera en ese momento. No se imaginaba qué pensaría su hija si supiera que sus padres, lejos de odiarse y reprocharse cosas el uno al otro, hubieran empezado a salir de nuevo. Decidió entonces que llamaría a Verónica para ver si quería darse una vuelta. En cuanto ésta descolgó el teléfono, sin apenas mirar de quién se trataba, él le dijo:

-Cariño, ¿te apetece que demos una vuelta otra vez esta tarde?

Ella no quería responder, por lo que trató inútilmente de cambiar de tema. Por un momento lo consiguió, pero Alberto, en vista de que eso era lo que ella quería conseguir, y algo extrañado por la pregunta que le había lecho, le contestó:

.Bueno, am... Dejando de lado las asignaturas que se nos daban bien en secundaria, ¿qué me dices de lo de la invitación a quedar esta tarde? Yo qué sé, sólo unas horas, por favor.

-Vale, está bien-dijo ella, con aires de cierto resentimiento.

Acordaron que se verían esa misma tarde de cinco a seis y media. Fue una tarde muy divertida, en contra de lo que ella esperaba. Al final, Alberto le preguntó:

-Vero, tenemos que hablar. Me parece urgente.-Ella asintió con la cabeza, bastante alarmada ante tal afirmación.

-Creo que llevamos ya el suficiente juntos como para preguntarte esto. Me gustaría saber dónde quieres vivir tú ahora que somos pareja.

-¿Cómo? O sea, no sé. ¿Por qué me preguntas esto? Yo te quiero, pero entiéndeme; no me gustaría tener que irme a vivir con nadie. Sabes cómo soy yo; a mí me gusta la independencia, y además. No me sentiría cómoda teniéndome que ir a vivir contigo, porque yo te quiero, pero no estaría en total confianza.

Dicho esto, ella se fue corriendo a su casa. Por el camino, se encontró a Gabriel:

-Hola, Vero-saludó él, simpático-¿a qué se debe esta maratón?-añadió, sorprendido de que Verónica, normalmente muy discreta, fuese alarmando a la gente que pasaba conforme ella avanzaba corriendo.

-Nada, es que...-no pudo continuar la explicación, y rompió a llorar. Le contó todo lo que había pasado. Él la consoló como pudo; al final solo era un chaval de diecisiete años sin apenas experiencia en el amor.

Aquella noche, a Verónica le costó mucho conciliar el sueño. Se preguntaba si habría sido especialmente dura con Alberto, y si había hecho mal en ser tan sincera. Pero por otra parte sabía que lo que había hecho era lo correcto. También, se preguntaba si en realidad estaba enamorada de él, o solo había sufrido un espejismo y se estaba imaginando la bonita historia de amor que podrían haber tenido veinticinco años atrás.

                                                                    ALICIAWhere stories live. Discover now