Donatello
Querido Diario...¡Yo, DIO!... al parecer no puedo controlar el destino. Te contaré cómo mi segundo hijo llegó a mi puerta en el Cairo. Verás, hace unos días, otra mujer llegó y...
—ERES UN MALDITO —gritaba la mujer mientras golpeaba al rubio con su bolso.
—Si, si, ¿Qué quieres, mujer? Dímelo antes de que me arrepienta de aún tenerte con vida —amenazó el mismo, con un semblante serio.
—¡Quiero devolverte a tu maldito hijo!
—Creo que estás equivocada, querida.
Dio no pudo ni moverse, ya que en cuestión de segundos la mujer le entregó una caja, grande... y pesada.
—¿Equivocada? ¡Es idéntico a ti! ¡ADEMÁS! tiene tu maldita marca de nacimiento, hazte cargo de tus malditos errores...
Lo vi... luego vi a ella irse. Hol quiso detenerla, le negué eso. Realmente, con ver al pequeño en posición fetal en la caja, solo suspiré pesadamente. Tenía unos 5 años, se veía no más de un año menor que Haruno, ¿por qué lo veía tanto? Debería echarlo a la calle, pero sus palabras resonaban en mi mente: "Tiene tu maldita marca de nacimiento". La curiosidad me ganó, con cuidado de no despertarlo, le descubrí el hombro. Cuando lo hice...esa estrella, no había duda...
Salí de mi trance al verlo sentarse sobre esa manta sucia... ¿Cómo hizo esa mujer para llevarlo hasta ahí? Era obvio que había tenido ayuda; no habría podido hacerlo ella sola.
—¿Qué? —observé al rostro del pequeño niño. Tenía algo que me hizo odiar mi decisión de dejar ir a la mujer— ¿Quién te hizo eso?
—Mam...
—Bien... está bien, no digas más.
—¿Qu... quién er...?
—Tu padre.
Nuevamente esa calidez en el pecho, ¿era el hecho de verlo así? Dio creía que esa sensación solo era por el estado en el que este se encontraba.
—Ven... —Ofrecí mi mano y el no tardó en aceptarla.
Fue un camino silencioso hasta la habitación del rubio. Al entrar a la gran habitación que solo era iluminada por unas velas, ahí en la cama se diviso a un niño de cabello negro que hojeaba las páginas de un libro. Él, al notar la presencia del mayor, solo gritó "¡Padre!". Eso hizo que aquel a quien esas palabras iban dirigidas sonriera.
—¿Quién es él? —el niño de 6 años le cuestionó a su padre sobre el niño al que llevaba de la mano.
—Haruno, él es tu hermano... este...
—Do... Donatello —habló ahora el de 5 años.
—Donatello, bienvenido.
Dijeron Haruno y Dio al mismo tiempo (Aunque Dio solo dijo "Donatello"). El más pequeño les sonrió.
Y entonces me encargué de 2 niños... no dejo de sentir calidez en el pecho. ¿Por qué esta sensación? Es extraño... pero reconfortante.
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El diario de un buen padre - Dio Brando (Terminada)
FanficEn el oscuro y retorcido corazón de un hombre, es posible que existan destellos de luz que, aunque parezcan insignificantes, puedan marcar una diferencia en su camino. Aunque una vez fuera la encarnación del mal en su máximo esplendor, no se puede n...