Capitulo II

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—Cristian, te tengo que contar algo—escuché decir a mi madre.

Uy, no sera nada bueno.

—Dime—respondió mi papá—¿Es algo bueno o malo?

—Pues, que te digo...

—Ay no, es algo malo. Espera me siento porque acabo de llegar de trabajar y ya hay noticias malas. Esperate—dijo él mientras se sentaba en el sofá de la sala.

—Bueno, te digo. Lo que pasa es que... ay

Que pasa si te acercas más querida. Necesitamos ver las caras. Es importante.

Si ¿no? Ya va.

Que loca eres hablando contigo misma.

Cállate.

—¿Ay qué? No me gusta la intriga—frunció el ceño

—Ya sé. Por eso te hago sufrir jajaja.

—Bueno ya dime. Ni siquiera he saludado a Katerine.

—Bueno está bien—dijo para luego suspirar como si se le saliera el alma—... ¡Ya tenemos colegio para Kate!—gritó mi mamá la cual hizo que rechinaran mis oídos.

—¿Enserio? ¡Que buena noticia! ¿y en donde?

—En un colegio que queda cerca a la estación rosales. Que en unas cuadras queda una pizzeria y una estación de policía. Lo único es que solo es primaria, no hay secundaria.

—¿Enserio mami me aceptaron en ese colegio?—dije saltando por las escaleras.

—Si cariño. ¿Estas contenta?

—¡Si! mucho.

Obvio. Ahora me tendré que aguantar a Helena todos los días. Pero no le puedo decir a mis papás.

¿Por que no?

Porque están emocionados.

Si pero tu, o bueno, nosotras, nos la tendremos que aguantar.No resistirás

Si resistiré.

No.

Si.

No.

Si. 

—¡Katerine!—gritó mi padre tratando de llamarme la atención.

—Señor—respondí volviendo a la realidad.

—¿En donde estabas? Te estábamos hablando.

—Perdón—mascullé.

—Te estábamos diciendo que ya como vuelves a la escuela, tienes que tener tus notas altas. Eso para un futuro, cuando seas mas grande, te va a servir mucho.

—¿Cuando ya tenga su edad?

—Si, y un poco mas joven también.

—Bueno si señor. Siempre tendré mis notas altas, lo prometo.

—Si necesitas ayuda con el abecedario o los números, me dices a mi o a tu madre.

—Bueno.

+++

Pasaron varios días y ya había entrado a esa escuela. El primer día mis compañeros me recibieron muy bien, fueron muy amables y compañeristas, todos querían jugar conmigo.

Fue pasando el tiempo y la verdad me acople muy bien. Lo único fue que mi gran amiga Helena, me estuvo haciendo varias bromas.

Las primeras veces era que después de recreo, cuando llegaba al salón y sacaba mi cuaderno para la clase, siempre encontraba algunas hojas rayadas y cortadas. Poco a poco esas bromas fueron subiendo mas, a tal punto que los profesores nos dijeron que nos disculpáramos porque el odio no lleva a ninguna parte. Yo claramente lo hice y ella también, pero las dos sabíamos que eso no iba a cambiar nada.

Una historia sin final (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora