UNO

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Caminaba con desgana por el parque rumbo a casa. Las clases estaban apunto de terminar. El calor del verano era insoportable, y con esa ropa negra que ella usaba, era aún peor.

«Estupidos, disfruten mientras puedan, como siempre el tiempo se encargará de arruinarlo todo». Ese fue el pensamiento que cruzó por su mente cuando vió a una pareja con sus dos pequeños hijos meciendolos en los columpios.

Extrañaba estar así con sus padres, aquellos ayeres dulces en familia. Su familia había sufrido grandes pérdidas.

Su padre era todo un ejemplo de hombre, siempre cariñoso con sus hijos. Era dueño de una gran empresa.

Todos los días, despues del trabajo, era puntual en su hora de llegada, Liliana y su hermano pequeño, Aarón; esperaban en la sala sentados en el suelo. Cuando la puerta se abría, encontraban a un papá con los brazos abiertos, esperando a que sus hijos se abalanzaran sobre él. Su padre sabía diferenciar muy bien el trabajo de la casa.

Todo era felicidad, hasta hace seis años:

*Regresaba de sus vacaciones de verano la familia completa. Esteban, su padre, y Mirna su mamá, conversaban sobre encontrarle escuela a Aarón, pues ya había terminado el preescolar, y debía asistir a la primaria.

Liliana jugaba con Aarón a las guerritas con los peluches de él, hasta que uno de sus peluches favoritos de Aarón se descoció.

-Liliana, acabas de romper mi peluche-chilló el pequeño.

-Fue un accidente, lo siento-dijo Liliana acariciando su cabeza para tratar de que no llorará.

-¡Déjame! No me toques, ya no quiero jugar contigo- gritó el niño aún más alto.

-A ver ¿qué está pasando?- dijo su padre quitando la vista del frente unos segundos para observar a sus hijos.

-Esta tonta-masculló el pequeño señalando a Liliana- rompió al "señor Coscacho". Su padre volvió a dirigir la mirada al frente. Su madre volteó.

-Liliana, eres una mala, ¡toma!- dijo con voz enternecedora dándole un golpecito en su mano a Liliana.

Su padre volvió a girar a mirarlos, mientras formulaba una respuesta para hacer que sus hijos volvieran a jugar sin problemas, pero cuando vió la acción de su esposa, no le pareció. Y comenzarón a discutir:

-¡Oye! ¿Por qué le pegas? Si fue un accidente.

-¡Ay !ya vas a empezar Esteban.

-¿Cuántas veces te he dicho que no concientas tanto a Aarón?.

-Tú sin embargo, consientes demasiado a Liliana, lo que quiere se lo compras y...

Cuando su madre dirigió su mirada al frente, observó un trailer a toda velocidad sobre su carril. Venía en sentido contario. Su padre al darse cuenta, maniobró el volante, perdiendo el control, provocando que el auto saliera de la autopísta.

El carro se volcó, Liliana en un intento por salvar su vida, saltó de él, rodando y ganando unos raspones y moretones en todo su cuerpo. Ella veía como el carro seguía cayendo. Miró hacia arriba, y. vió al conductor del trailer llamando por teléfono. Este se acercó a ella:

-¿Estás bien niña?- Liliana asintió con la cabeza. El conductor la arrastro hasta dejarla recargada en una piedra. Después corrió hasta el auto. Liliana no supó más, se desmayó.

Cuando ella abrió los ojos estaba en el hospital. Le dolía todo el cuerpo, en su mano derecha tenía unas mangueras conectadas. Miraba en todas direcciones y nada, sólo ella estaba en esa habitación. Fijó su mirada en una ventana que dejaba ver al pasillo del hospital. Ahí parada estaba su abuela paterna, lloraba. Cuando cruzó mirada con su abuela, ella caminó hacia la puerta de la habitación y entró.

-Mi Lilí, mi hermosa niña, ¡estás viva mi amor!- le dijo la mujer tomandole su mano derecha y llevandosela a su cara.

-¿Qué pasa abuela? Mi papá, mi mamá y Aarón ¿dónde están?- dijo dificultosa.

La mujer se puso a llorar más. A Liliana le entró una especie de mal presentimiento.

-Abuela, ¿dónde están?. ¡CONTESTAME!.

-Señora, usted no puede estar aquí, es área restringida. Sólo el doctor autoriza quién entra a esta habitación- interrmupió una enfermera sacando a su abuela de nuevo al pasillo mientras ella gritaba. La joven enfermera regresó- Será mejor que duermas- dijo poniendo un tranquilizante en su suero. Rápidamente Liliana comenzó a bajar los parpádos.

Hasta el día siguiente despertó. Su habitación ya no era la misma. Ahora habían dos camas, la de ella y la de su madre. Su madre a diferencia de ella, dormía, se veía tranquila. Pero en la mente de Liliana no dejaban de rondar esas palabras que su abuela había dicho cuando la enfermera la sacaba de la habitación:

"Liliana, tu padre y tu hermano han muerto". Ella esperaba que solo fueran producto del tranquilizante. Lamentablemente no, esa era la cruda realidad.*

Cuando Liliana y su madre regresarón a casa, la abuela de ella les preparó un té, y comenzó a explicarles la aterradora noticia:

-Mirna, Lilí, se que es duro pero les tengo que decir la verdad... Esteban, mi hijo murió instantaneamente. Aarón cuando llegó al hospital y tratarón de operarlo, falleció en el quirófano. Al parecer el conductor del trailer se quedó dormido y perdió el sentido de dirección, por eso venía en su carril...

Mirna lloraba, pero Liliana no podía creerlo. Fue como en un abrir y cerrar de ojos, todo el amor y cariño, al igual que un cristal, se desmoronó, quedando sólo los pedazos del dolor.

Finalmente en esos seis años que habían pasado, la relación entre madre e hija se fue deshebrando.

Si ya se 77', parece algo suicida y dramatico o.o
MATENME POR ESO!!!

Sé que el comienzo es algo...desastroso por asi decirlo, espero que les guste lo que sigue, será menos suicida y mas mmmm digerible xD.

Cualquier comentario sobre la historia u observación se los agradezco n.n'
Si les gusta no olviden darle a la estrellita ;)

Nos leemos en el próximo cap.
Subiré cada semana :)

Viluu Lobato

Nunca más en SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora