Liliana bajó del autobus en el parque cerca de su casa. Se podía imaginar cualquier cosa de Mirna, pero si se lo hubiesen platicado, jamás creería que se atrevería a burlarse de la memoria de su padre y su hermano.
Se sentó en el césped. Trató de meditarlo, ¿cómo se atrevió a llevarla a ese lugar tan sagrado para la familia a enterarse de semejante acontecimiento? A Liliana le parecía un juego tan sucio de su madre, ¿Dónde estaba la madre amorosa de hace seis años? Y peor cuestionamiento ¿Dónde estaba aquella Liliana sonriente, feliz y amorosa con su madre? Tantos años que habían pasado, y nunca se lo había planteado.
Mirna y Francisco, significaba que tiene que adaptarse a una nueva persona en la casa. Ella sabía que por el tiempo de la relación de esos dos, tarde o temprano sucedería, sólo ella esperaba que fuera cuando Mirna la dejara ir a vivir a Ingleterra con su abuela.
Despues de un rato mirando no sé qué, se quedó recostada en el césped dormitando...
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-Mirna, vamos a buscar a tu hija- murmuró Francisco en tono nervioso y preocupado.
-¡Ay! ¿Para qué? No voy andar buscandola cada vez que haga rabietas y se le dé la regalada gana. Ya verás, no tarda nucho en entrar por aquella puerta. Mejor celebremos- dijo mientras acercaba dos copas y una champaña.
-No quiero celebrar. Mirna ¿cómo puedes estar tan tranquila?.
-Fran, conozco a mi hija y realmente sé que está haciendo sus berrinches, ya se le pasará. ¿Sabes qué? Si tú no quieres celebrar, yo sí- y se sirvió una copa.
Eran las ocho de la noche, y Liliana no aparecía en su casa.
Mientras tanto ella ya no sólo dormitaba en el césped, esa acción se había convertido en un sueño profundo.
"Pzzz, pzz, oye, oye..." Liliana escuchaba a lo lejos. "pzz, oye ¿estás bien?". Liliana se despertó exaltada.
-Amiga ¿estás bien?- miró al chico que tenía frente a ella un poco adormilada. Por la oscuridad sólo alcanzó a ver que era alto, y unos cuantos rasgos de su rostro. Este le tendió una mano para ayudarle a levantarse, ella la tomó.
-Am... Gracias, sí estoy bien. Disculpa... ¿Qué hora es?
-Las nueve menos cuarto.
-¡Mierda! Gracias por despertarme, tengo que irme- y corrió en dirección a su casa.
-Oye, ¿cómo te llamas?...
Pero esa pregunta ya no alcanzó a escucharla Liliana.
El chico que la habia despertado se quedo parado con un gesto de extrañez, pero siguió su camino.
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-Lilí, hermosa, al fin llegas, nos tenías con el pendiente- dijo Francisco apenas cruzara la puerta.
-Ajá, sí claro, sobre todo Mirna ¿no?. Saben tengo mucho sueño, y no quiero escucharlos.
Y subió a su habitación. Se maldijó a sí misma por haber hecho caso a Francisco y acompañarlos a ese restaurante. Pero se maldijo aún más cuando recordó el momento en que el chico la despertó. Estaba soñando con su padre y su hermano, y ese extraño había terminado con tan explendoroso sueño. Bueno pero podía seguirlo ahora que se disponía a dormir. Esta ocasión sin auriculares.
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Nunca más en Soledad
Teen Fiction¿Qué hacer cuando has sufrido muchos golpes en la vida? -Liliana, por favor, no corras más, y dame la cara cobarde-era Lucas por n-esima vez persiguiendola. Es bueno huir, quiza. Pero...¿por qué le huyes a algo que no conoces, o que pretendías conoc...