SIETE

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Al día siguiente, cerca del medio día, a la tienda de antigüedades entró un cliente.

-¿Puedo ayudarle a encontrar una antigüedad de su agrado?- preguntó Lucas a la chica que le estaba dando la espalda. Enorme fue su sorpresa al ver de quien se trataba. Era la chica de la noche anterior, sólo que sin la cara adormilada.

Liliana pareció no reconocerlo.

-¿No está Don Jesus?

-Pues yo pienso que está todo el día allá arriba-dijó tratando de hacerse el divertido. Liliana por su parte no respondió al chiste- perdón. ¿Lo necesitas ya?, lo que pasa es que fue por unos objetos, y talvez regrese más tarde.

-Am... sí. Veras- masculló ella moviendose hacia el mostrador- la figurilla que está en la vitrina, la vine apartar hace dos meses, y aquí traigo la nota, y vengo a dejar el restante.

-A ok, si quieres damelo y te entrego la figurilla-Liliana lo miró con cierta desconfianza- tranquila, se quedaran en buenas manos, soy el hijo de Don Jesus.

-Bueno, siendo así-Liliana le extendió la nota.

-Vale... Mirna, es una escultura de la diosa Euriforme en marmól. En un momento la envuelvo y te la traigo-Liliana sonrió para sus adentros al escuchar que el chico la llamó Mirna, hasta cierto punto, era divertido.

Lucas caminó hacia el mostrador, sacó la figurilla, y fue a la parte de atras del local a envolver la pequeña escultura. Mientras Liliana recorria con la mirada el lugar. Comenzó a tamborilear con los dedos en el mostrador, cerró los ojos cuando por los auriculares escuchó una de sus canciones favoritas, se dejó llevar por la voz de Joan Jett

"I hate myself for loving you,
Can't break free from the things that you do,
I wanna walk but I run back to you,
That's why I hate myself for loving you"

-¡Wow! Joan Jett, tienes buen oido musical- Lucas interrumpió a Liliana, ella sin darse cuenta estaba cantando algo fuerte-Aquí tienes- dijo extendiendole el paquete. Liliana algo avergonzada por lo que acababa de suceder, tomó el paquete, y pronunció un "gracias" casi inaudible.

-¡Hola pequeña! Que alegría verte-alertó Don Jesus-por lo que veo ya te llevas tú pedido.

-Sí Don. Bueno, un placer saludarlo. Hasta luego.

Liliana salió del local. Lucas al ver esa acción, se dirigió a su padre.

-¿Quién es esa chica viejo?

-Una niña riquilla de el fraccionamiento.

-¿Sabes dónde vive, o su casa cuál es?

-Nooou, ¿qué, te interesa?-No hubiese dicho Jesus eso, su hijo ya se dirigía hacia la salida-¡Hey, hey! Ni se te ocurra perseguirla jovencito.

-Pa' andale, necesito saber.

-No Lucas, aunque pongas cara de perrito no. Además, no has contestado mi pregunta.

-Vale, vale, sí me interesa-el joven rodó los ojos.

-Pues tranquiliza tu hormona, porque esa chica tiene una madre tremenda, y no creo que le agrade que andes rondando a su hija. Por cierto ¿de dónde la conoces?

-Viejo, si la conociera, no te estaría preguntando quién es. La ví por ahí.

Lucas no se atrevía a contarle a su padre sobre lo que sucedió la noche anterior, sentía que no podía quitarle ese sabor dulzón a ese secreto. Algún día, talvez se lo diría. Por mientras en el también habitaba la duda de su nombre, la nota decía Mirna, pero ella no tenía cara de llamarse Mirna. Su rostro reflejaba, a pesar de la corta edad que tenía, cierta tristeza y amargura. La ropa con la que se vestía, daban a entender que por algo duro pasaba la chica. Lucas trató de apartarla de su mente, pero no podía, porque aquellos ojos miel enmarcados de lapíz negro se clavarón en lo más profundo de su corazón...∞

Nunca más en SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora