Neyla, desde el momento de su nacimiento, estuvo destinada a ser una líder, una figura de poder y respeto, siguiendo los pasos de su madre. Fue moldeada desde una edad temprana para liderar con sabiduría y compasión.
Pero a medida que Neyla crecía...
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— ¿Desde cuando vas y le hablas de esa forma a Atheya?
— Desde que empezó a tomar papeles que no le corresponden — contesté a mi madre, estaba bastante enojada — intento cumplir con mi papel y lo tengo a él, molestando como insecto en mi oreja.
— Neyla, entiendo que estés enojada pero el modo no era gritarle frente a todo el resto del pueblo — habló papá, más calmado que nosotras dos.
— Pues que siente la vergüenza, no me importa — me crucé de brazos — no entiende por las buenas.
Desde que los Sully llegaron, a Atheya lo siento con menos paciencia y más irritable de lo normal.
— Ustedes dos, dejen de esconderse y vengan de una vez — ordenó mi padre, mis hermanos no tardaron en entrar — yo hablaré sobre la sucedido con él, lo haré entender, pero no vuelvas a comportante de forma tan emocional frente a todos.
— Serás muestra Tsahík, muestra más honor.
Rodé los ojos ante las palabras de mi madre. Desde pequeña me dicen que guio mis acciones por mis emociones y actuó con impulso. Guardo la calma la mayor parte del tiempo, pero hay veces en que llegan a un punto donde todo se me va de las manos.
Antes era peor, tengo que admitirlo.
Mi padre no tardó en retirarse, supuse que había ido a hablar con Atheya.
— Neyla, ¿tú quieres casarte con él? — me preguntó mi hermana, sentándose a mi lado.
— Antes no tenía problemas con él, pero desde que llegaron Jake y su familia... — dudé en cómo expresar mis pensamientos.
— Creo que esa familia es la que trae los problemas — comentó mi hermano, sentándose a mi otro lado.
— Ellos no hacen más que seguirnos, están colaborando — defendió mi hermana.
— Si esta es la verdadera personalidad de Atheya, no lo quiero como prometido — confesé. Tsireya dejó descansar su cabeza en mi hombro, asintiendo en comprensión.
Atheya había sido mi mejor amigo desde que tengo memoria, nos habían comprometido desde los siete años y habíamos aceptado la idea de compartir la vida juntos. Pero algo estaba pasando con él en estos últimos tiempos y no entendía qué era.