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Cuando cayó la noche, al menos los chicos Sully ya habían aprendido las cosas más básicas del idioma, lo cual era un avance en su situación.

— Neyla, espera por favor — Tuk se acercó corriendo y finalmente me tomó de la mano.

— ¿Qué pasa? — me agaché para ponerme a su altura y lo miré.

— Esa cosa que estaba contigo hoy, el animal, la criatura — comenzó a mezclar palabras a gran velocidad.

— ¿Te refieres a Atheya? — pregunté en tono de broma, intentando entender su rápida charla.

— ¿Así se llama? — era obvio que ella se lo tomaría en serio, claramente no lo había captado.

— Es broma, tranquila— le sonreí —¿quieres conocer a Shea cierto?

Parecía que había dado en el clavo, ya que Tuk dio un saltito emocionada, asintiendo repetidamente.

— Ven conmigo — la llevé hasta uno de los muelles y entramos en el agua — Supongo que en el bosque no tienen ilus, ¿verdad?

La miré mientras esperaba su respuesta, preguntándome cómo habría sido crecer en un entorno tan diferente al nuestro, donde muchas de las criaturas y costumbres que nos eran familiares simplemente no existían.

— No, pero tenemos Pa'li, muchos de ellos — explicó Tuk — ¿Los conoces?

— No, pero me hablaron de ellos cuando era niña — confesé mientras el agua nos llegaba a la cintura. Sabía que en este punto Shea se acercaría.

Hice el llamado a Shea, y en cuestión de segundos la vi acercándose con saltos juguetones.

— Es ella, Neyla, es ella — apuntó emocionada.

— Tuk, te presento a Shea, es mi ilu desde siempre — hice que le tocara la cabeza en forma de caricia.

Shea, nuestra ilu, era una de las más cariñosas que teníamos. Siempre estaba llena de amabilidad y su naturaleza juguetona la hacía realmente especial. Aunque era un poco diferente a mí en cuanto a personalidad, encontramos una forma de congeniar que inicialmente no habría imaginado.

Su actitud abierta y afectuosa era como un bálsamo en mi vida, especialmente cuando mis propias preocupaciones y responsabilidades tendían a pesar sobre mí. Había momentos en los que me sentía un poco abrumada por la carga que significaba ser la próxima Tsahìk, y en esos momentos Shea siempre estaba ahí para brindarme un poco de alegría y distracción. Nuestra conexión era una especie de balance, una simbiosis que de alguna manera enriquecía nuestras vidas.

La próxima TsahìkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora