PRÓLOGO

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Despertó agitada de su sueño o, mejor dicho, pesadilla. Naruto había tenido esas recurrentes pesadillas desde que salió de Konoha con Jiraiya para un viaje de entrenamiento de dos a tres años. Solo había pasado dos semanas desde que abandonaron Konoha, y casi dos meses desde que Sasuke se fue de la aldea con Orochimaru. Recordaba vívidamente aquel día que todo el desastre comenzó. Todo iba tan bien entre el equipo siete, a pesar del favoritismo de su maestro Kakashi hacia Sasuke. Después de la misión en el País de las Olas, creyó de forma ingenua que ella y Sasuke por fin serían amigos y rivales. Estaba muy equivocada en ese entonces, y cómo se arrepentía de haberse hecho la ilusión de que las cosas iban para bien.

—¡Puta serpiente de mierda! —gruñó con la ira gorgoteando de su voz. Toda la culpa era de Orochimaru por provocar a Sasuke y que este fuera tras sus engaños. Aún no entendía que de bueno tendría estar con aquel traidor a su aldea.

No sabía mucho sobre la historia de Konoha debido a que casi nunca prestó atención en clase, pero la parte de la traición de uno de los Legendarios Sannin nunca vino en el temario de clases. Tal vez era una vergüenza para Konoha decir que uno de sus ninjas más fuertes era un despiadado psicópata, sobre todo mencionar que era el favorito del Tercer Hokage. A duras penas podía pensar en Hiruzen, a quien tenía en un lugar muy apreciado en su corazón, siendo comprensivo y bondadoso con alguien como Orochimaru.

Se levantó de su cama y fue a ver a Jiraiya, quien estaba al otro lado de la habitación que habían rentado para esa noche. Estaban en un pueblo cerca de la frontera con el País del Agua, por lo que el clima era frío y podía ver la niebla bajando. Naruto notó que este todavía roncaba como un oso. Se preguntaba cómo era que nadie lo había matado antes, llegaba a ser muy ruidoso y también dormía como roca, pero estaba agradecida de que siguiera vivo, le gustaba estar con él. Fue lo único bueno que le sucedió después de los exámenes Chunin, conocer a Jiraiya y que este se convirtiera en su maestro.

"Uno se vuelve verdaderamente fuerte cuando proteges a tus personas preciosas", recordó esa frase que había escuchado en la primera misión fuera de la aldea que tuvo. Naruto estaba comprometida a volverse así de fuerte, no importaba lo que le costase, siempre y cuando todos sus seres queridos estuvieran bien. Pero había alguien al que tenía que recuperar, iría por Sasuke hasta el final del mundo para poder cumplir su promesa consigo misma. Después de todo, era Naruto Uzumaki, la Kunoichi que siempre cumpliría sus promesas cuesten lo que cuesten.



Miró un poco aburrida su comida. No quería el desayuno que Jiraiya le había comprado: una ensalada con un trozo de pollo encima junto a un poco de té y jugo de naranja. Nunca se acostumbraría a comer cosas así, extrañaba levantarse y comer su ramen instantáneo, pero ya había sido regañada por no alimentarse bien.

—¿Enserio no vas a comerlo? —preguntó Jiraiya, sus labios llenos de salsa de su propia comida, lo que era un trozo de carne bañado en una salsa espesa de color rojo. Naruto no recordaba cómo se llamaba el plato—. Sigues escuálida, mocosa. Así no conseguirás que Sasuke vaya tras tus huesitos.

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó Naruto, entrecerrando sus ojos a su nuevo maestro.

Lo vio tomar un respiro antes de limpiarse la boca con una servilleta de papel. Dejó de lado su plato y su vista se enfocó en ella. Jiraiya siempre tenía una mirada suave y juguetona hacia ella, pero pudo notar la seriedad de su mirada. No había sonrisa en su rostro. Su ceño estaba relajado, pero eso solo la hacía sentir más nerviosa. ¿Había algo malo con ella? No tenía respuesta en ese momento, pero esperaba que no fuera nada grave. Al menos se podía permitir un poco de esperanza.

Te Recuperaré | Naruto Fem x SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora