CAPITULO 2

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Su presencia allí me dejó tan impactado, que no me percaté del otro hombre que entraba en el salón por el otro lado. Su voz profunda y masculina me hizo volverme hacia él.

―Lo siento, he acabado con el jabón de manos.

―Oh, no te preocupes, Jeno. Jaemin lo repondrá enseguida.

Cuando alzó la vista hacia mí, unos increíbles ojos me sonrieron.

Solo pude asentir. La sorpresa que Haechan se había encargado de darme me había dejado sin palabras.

―Será mejor que te arregles para salir. Mis papás nos han invitado a cenar a todos.

Genial. No solo tenía que saber que Haechan iba a hacer pasar a "mi novio" Mark, por "su novio", sino que además tenía que hacer de testigo. ¿Y qué iba a hacer?, ¿decir "no gracias, estoy muy cansado", y dejar que la rabia me comiese vivo?, ¿o ir, sonreír tanto como mis músculos faciales aguanten, y aprovechar la ocasión y cometer un homicidio en el baño de señoras de un restaurante que nunca volveré a pisar? Lo segundo pintaba mejor, porque no tendría que limpiar la sangre después.

―Ok, una ducha rápida y estoy listo.

Caminé deprisa a mi habitación y cerré la puerta. Y no sé cómo sonó desde fuera, pero grité tan fuerte mi impotencia que no creo que la pobre almohada que tenía en la boca se recupere del shock. Menos tenso, recogí algo de ropa y me dirigí al baño. Antes de cerrar la puerta levanté la voz, pero no me acerqué al salón. Seguro que mi cara aún estaba congestionada por el grito y no quería darles aún más motivos para pensar que estaba loco.

―Haechan, ¿podrías dejarme tu secador? El mío hace ruidos raros.

No esperé a que respondiera. Cerré la puerta, acomodé la ropa y acerqué la toalla a la ducha. Después abrí el grifo y esperé a que el agua cogiera temperatura. Seguir las pautas habituales era fácil de hacer. Eso, o salía ahí afuera, agarraba a Haechan de los pelos y tiraba de él hasta mi cuarto, donde tendríamos una "larga" y "desestresante" charla. Al menos lo sería para mí.

―Aquí tienes.

Le cogí por la muñeca y tiré de él hacia dentro, cerrando la vía de escape a su espalda.

―¿Pero qué parte de NO es la que no entendiste?

―Lo siento, lo siento. Pero Mark llegó para llevarte a cenar y mis padres avisaron que estaban llegando... solo tuve tiempo de explicarle un poco por encima...

―E hiciste lo de siempre, rodaste la bola de nieve un poco más. ¿No comprendes que en cualquier momento te puede explotar en la cara? Bueno, explotarnos en la cara, porque al final te la has apañado para meterme en todo el lío.

―Perdóname, Jaemin. Te prometo que te... te compensaré. Además, no puede ser tan malo, solo será esta noche y después ya se me ocurrirá algo para arreglarlo, lo prometo.

¿Qué iba a hacer?, ¿matarlo? Los actores estaban todos en escena y la obra ya había empezado. Así que, como decía Freddie Mercury, «Show must go on» (el espectáculo debe continuar).

Doce minutos y medio, eso es lo que tardé en ducharme, secarme el pelo y ponerme un traje que resaltaba mi silueta.

Transporte, estupendo, ahora a ver cómo nos repartimos en dos coches.

Ya me había sentado en el de Mark, en el asiento trasero, que no había vuelto a probar desde un calentón de besuqueos que tuvimos hacía casi tres meses, cuando vi la oportunidad de poner las cosas en claro.

―¿Cómo pudiste dejarte enredar para algo así?

―¿Yo? Haechan me dijo que te lo había comentado.

―Y le dije que no.

―Eso no me lo dijo. Bueno, el lío ya está en marcha, así que no podemos echar marcha atrás. Relájate, todo va a ir bien.

Esa frase era la que más me molestaba, porque cuando alguien te dice "todo va a ir bien", es que ni ellos están seguros de que vaya a hacerlo.

La puerta del asiento del acompañante se abrió y un cuerpo enorme ocupó casi todo el espacio.

― Jane va en el otro coche, así yo les indico dónde está el restaurante. – hablo el señor Lee -

―¿Seguro?, si has llegado hoy a la ciudad, aún no sabrás mucho de calles.

―Pasamos esta mañana para reservar y luego fuimos a mi apartamento. Tengo grabado el camino en mi cabeza, no te preocupes.

Nos sonrió a los dos, aunque se quedó mirando un ratito más en mi dirección. Estupendo, ahora sí que estaba seguro de que se había oído el alarido salvaje que di en mi habitación. Pero como soy una persona muy correcta, le devolví la sonrisa y él pareció más contento, porque devolvió la vista a la carretera.

Me pasé los 20 minutos siguientes observando de una cabeza a otra. Mark rubio con reflejos dorados, el señor Lee castaño oscuro. Mark con un corte de pelo a capas que resaltaban sus ondas naturales, el señor Lee con el pelo corto, bueno, no tanto, porque empezaba a enroscarse detrás de las orejas. Mark era el príncipe perfecto, el que te imaginas cabalgando en su corcel blanco.

En fin, cuando llegamos al restaurante, mis oportunidades para estar los tres a solas se perdieron por completo. Así que cenamos y Haechan contestó las preguntas que yo hubiese contestado y Mark deleitó a sus "ficticios suegros".

Creo que mi expresión debió de ser algo extraña, porque Jeno no hacía nada más que mirarme con el ceño fruncido. Por mi parte, yo no hacía otra cosa que apretar los dientes y sonreír cada vez que Mark o Haechan se metían demasiado en su papel. Que si miraditas por aquí, apretoncitos de manos por allí, que si te toco aquí. Lo dicho, cuando acabó la cena, tenía la piel ardiendo, la cara roja y casi seguro que mis oídos eran dos chimeneas de vapor a pleno rendimiento.

―Bueno, Mark. Ha sido un placer conocerte. No te preocupes por acercar a Haechan a casa, ya lo llevamos nosotros. Ya te hemos entretenido bastante y seguro que mañana tienes que madrugar para ir a trabajar.

―Oh, no se preocupen por eso, mañana es el primer sábado que no tengo guardia este mes.

―¡Vaya!, eso es estupendo. Entonces mañana sí que podemos tener un auténtico día en familia.

―¿Eh?

―Claro, mañana íbamos a ayudar con la mudanza de Jeno y un par de brazos fuertes siempre vienen bien. Te apunto la dirección.

Bien, seguro que, en ese momento, Mark habría preferido no estar metido en esto, pero... que se fastidie, pensé. Que pase su día libre cargando muebles y cajas.

Me parecía que esa pequeña "venganza" era una mala manera de resarcir mi malparado ego de novio suplantado, pero qué se le iba a hacer. Y como la venganza tiene un precio, tuve que pagar el mío.

―Oh, entonces Jaemin también podía ayudar.

No, si el niño era un peligro cada vez que abría la boca. No había tenido yo bastante con ver a mi novio con el colgado de su brazo, no. Ahora tenía que verlo, otra vez, y además ir desembalando cajas. ¿Pero qué se pensaba este hijo de Satán? ¿Que además de suplantarme, arruinar el único sábado que íbamos a tener los dos solos en ese mes, encima me iba a poner a trabajar?

Definitivamente, le odio.

―Oh, eso sería estupendo, querido. ¿Verdad, Jeno? Tres pares de manos ayudarán a poner la casa a punto en un periquete.

Escuché el bufido de Jeno y miré hacia él, sorprendiéndole pasando su mano por el pelo de su nuca. Sí, le entendía. Ese mismo gesto hacía Sunhoong cuando mamá le obligaba a ir al supermercado con ella. 

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დ 𝐋𝐞𝐧𝐝 𝐦𝐞 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐛𝐨𝐲𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝 დ | ᴺᴼᴹᴵᴺDonde viven las historias. Descúbrelo ahora