CAPITULO 5

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―¿Se puede saber a qué vino eso?

Volví el rostro hacia Mark.

―¿A qué vino el qué? - dije

―El tipo, quería besarte.

―Bueno, es una manera correcta de despedirse de alguien.

―Ya, pero no de mi novio. ¿Qué estaban haciendo aquí toda la tarde?

―Leer cuentos, jugar al pilla-pilla y montar y desmontar ocho castillos de bloques de construcción.

―Eso no hace a un chico querer besarte.

―Bueno, pues sus razones se las tendrás que preguntar a él. Porque yo ahí no te puedo responder.

Genial. Ahora Mark estaba enfadado conmigo. Yo no he intentado besarle, es más, lo he evitado. Tenía que estar orgulloso de mí.

―¿Y ustedes, qué han hecho?

Entonces la expresión de Mark cambió.

―Hemos estado paseando con mis papás. - Se adelantó a decir Haechan.

Bueno, eso sí podía imaginármelo, a Mark le gustaba dar largos paseos por el parque o la playa, como a mí.

―Sí, bueno, lo típico.

Bien, no iba a sacarle mucho a Mark. Estaba claro que esta situación de novio falso estaba empezando a incomodarle. Permanecimos en un largo silencio todo el trayecto a casa, hasta que Mark paró el coche frente a nuestro edificio.

―Será mejor que se lo digamos ahora.

¿Decirme qué? Esas caras no me estaban gustando nada. Y Mark acababa de apagar el motor del coche. Menos, eso me gustaba menos.

―Mis papás estarán dos semanas aquí. El señor Lee se ha tomado unos días de vacaciones. Con lo de la mudanza de Jeno y que mi mami hace tiempo que no me ve... pues decidieron quedarse unos días.

¡Genial!, no tenían que decirme más. Me había quedado sin novio durante dos semanas.

―Bueno, entonces los dejo, tendréis planes que hacer.

Esa vez sí que di un portazo al salir del coche. Que se enterasen esos dos confabuladores que no me gustaba nada la dirección que estaba tomando todo esto. Haechan salió del coche y corrió a mi lado, mientras Mark se quedaba mirándonos desde detrás de la ventanilla.

―Jaemin, que no es culpa mía. Yo no sabía que se iban a quedar tantos días. Mami quiso darme una sorpresa.

¡Ya tenía suficiente! Me giré hacia haechan y tuve que agarrarme a los bajos de mi camiseta para no cogerlo por el cuello y estrangularlo.

―¡Sí, es culpa tuya!, tú nos has metido en este maldito lío.

―Pero Jaemin...

―¡Ni Jaemin ni gaitas! Estás acostumbrado a que todos bailemos al son de la música que tú quieres escuchar, y no te paras a pensar que a lo mejor los demás no queremos bailar.

―¿A qué viene ahora todo esto?

―Viene a que esta vez has sobrepasado mi límite de tolerancia. Por cosas como estas se rompen las amistades.

―¿Por tomar prestado a tu novio?

―No, por hacerlo cuando te dije que no quería.

Me giré y salí disparado para casa. No tenía ganas de verle, y poner terreno entre nosotros siempre funcionaba cuando me sacaba de los nervios.

No sé ni cómo conseguí dormir por la noche, pero por la mañana estaba más calmado. Me levanté, me duché, desayuné y me preparé para ir al trabajo. Al menos allí sabía a qué podría distraerme. No vi a Haechan y no era porque me estuviese evitando. El no se levantaba tan pronto. Trabaja en una tienda de ropa para hombres, que se entraba más tarde, se cobraba más y el uniforme sienta mejor. Y, además, él tenía coche, así que no tenía que depender del autobús como hacía yo.

Estaba a unos metros de mi parada cuando oí que alguien gritaba mi nombre. ¿Mark pasaba a verme?, ¿quizás necesitaba arreglar el mal ambiente entre nosotros? Pues no, el espécimen de hombre que se acercaba a mí trotando era otro. No pude evitar fijarme en que las mujeres de la parada del autobús le seguían con una golosa mirada, y es que no era para menos, yo mismo tenía la boca llena de baba. Por fortuna estaba cerrada. ¿Se podía estar sexy con la ropa empapada de sudor, el rostro congestionado y pantalones anchos y sin forma? Pues definitivamente sí. Él lo hacía. El sudor hacía que la camiseta azul se pegara a los definidos contornos de su cuerpo. Su pelo tenía las puntas húmedas y su piel brillaba como si le hubiesen untado con vaselina.

―¿Jeno?

Llegó a mí y detuvo su carrera. Su respiración era rápida y pesada. Típica de quien había estado corriendo por un buen rato.

―Pensé que entrabas más tarde al trabajo.

―Entro en casi dos horas. ―Le vi alzar las cejas sorprendido.

―Pues sí que te gusta llegar pronto.

―No, pero es llegar 30 minutos antes o 30 minutos tarde. El servicio de transporte urbano no me da mucho donde elegir. ―Se frotó la quijada

―¿No te compensaría comprarte un coche?

―Tendría que pensarlo.

―¿Pero...?

―Pero hace mucho que no conduzco y Busan es demencial a algunas horas.

―Sí, lo es.

Le vi sonreír, pero no me paré en pensar cómo podía saberlo si acababa de mudarse, porque mi autobús estaba parando en la marquesina a cinco metros de mí.

―Lo siento, pero tengo que irme.

―Ups, casi lo olvidaba. Iba a tu casa por algo.

Metió la mano en una pequeña cremallera que llevaba en su muñequera y sacó una de mis anillos.

―Te lo dejaste ayer en la cocina.

―Ah, caramba. Ves, esta es otra de las razones por las que no tengo coche. Mi presupuesto se esfuma en comprar estos pequeños accesorios para el pelo que siempre pierdo.

Mis palabras se iban alejando de él mientras subía las escaleras del autobús. Las puertas se cerraron detrás de mí y empezó la marcha. Al otro lado del cristal, Jeno soltaba una risotada y se despedía con la mano.

Ese día, mi trayecto al hospital lo hice con una sonrisa en la cara. La mantuve sin darme cuenta, hasta que escuché el mensaje entrante en mi teléfono. Cuando lo abrí y lo leí, la sonrisa se esfumó.


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დ 𝐋𝐞𝐧𝐝 𝐦𝐞 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐛𝐨𝐲𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝 დ | ᴺᴼᴹᴵᴺDonde viven las historias. Descúbrelo ahora