Capítulo 8: La Gran Guerra del Santo Grial

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Fallé... lo acepto...

El hombre miró la ciudad envuelto en llamas, la sangre manchada en su cuerpo, la sangre derramada de muchas personas...

También moriré...

Estaba sin brazos, sangrando mientras miraba a las personas muertas tiradas al suelo mientras eran consumidos por el fuego.

Sus muertes fueron mi responsabilidad... eso también acepto.

El hombre miró al cielo en busca de una segunda oportunidad.

—Pero nunca aceptaré que no se ganó nada después de haber desperdiciado todas estas vidas... nunca.

Si visión de su alrededor comenzaba a oscurecer.

—¡¡DIOS!!... dame otra oportunidad... esta vez... ¡OBTENDRÉ TODO LO BUENO EN ESTE MUNDO!!

El fuego lo consumió todo...


....................


—Hmmm...

—¿Has despertado maestro?

—¿Por qué estoy acostado en tu regazo? Pensé que no había nadie cuando me acosté aquí.

La bella mujer de cabello negro se rio al ver la cara del hombre moreno de pelo blanco.

—Soy una Assassin... acercarme sigilosamente sin que no me noten no es nada para mí.

—Ya veo... soy algo tonto al olvidar que tenía un sirviente Assassin...

—Sí que lo eres, aunque eres la segunda persona que me dijo algo parecido estando en la misma situación, aunque no era un sirviente en ese tiempo.

—¿Alguien importante para ti quizás?

—Sí, pero esa persona no está ahora.

—¿Qué harías si esa persona nos estuviera viendo?

—Lo mataría por muchas razones.

—Parece que le tienes odio... pero parece que es alguien divertido.

—¿Como podría decirle que son algo parecidos?

Pensó Assassin of Red al mirar como su maestro se levantó de su regazo.

—Es un idiota.

—Ya veo... gracias por dejarme dormir en tu regazo.

El hombre se colocó su manto rojo y sonrió a la mujer de pelo negro.

—Eres parecido a él...

La mujer de pelo negro sonrió, aceptando la mano del hombre y salieron de aquel pequeño jardín.

—Por cierto... Archer y Rider regresaron, todos ahora están reunidos.

—Entonces vámonos.

Salieron del jardín pasando por unos pasillos que llevaron a un salón grande con un trono grande en lo alto, subieron las escaleras y el hombre de pelo blanco hizo una reverencia cuando se sentó la mujer de pelo negro en el trono.

—Oh... "Porque te he jurado justo y te creí brillante, quién es tan negro como el infierno... tan negro como la noche"

Declamó el hombre de pelo descuidado de color naranja oscuro mientras apareció en el centro del salón.

Sirviente del GobernanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora