Capítulo 17: Una noche antes del final

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Aquella agradable conversación en una habitación cerrada al igual que protegida, el bullicio medio que rondaba en la habitación era constante frente a los ojos del Lancer que veía todo detrás de la cortina.

—Oh… estás aquí Lancer, ¿qué es lo que haces? —preguntó la mujer Assassin de pelo negro.

—… Viendo a mi maestro, —respondió el peliblanco de gran Lanza volteando la mirada hacia la mujer de cabellos negros.— A pesar de que las órdenes de Shirou Kotomine eran proteger los Jardines Colgantes, es seguro que el enemigo vendrá mañana por la noche.

El hombre se cruzó de brazos dirigiendo su atención hacia la reina.

—¿Y? —enarcó una ceja la mujer—, ¿qué harás mientras los esperamos?, además ellos ya no son maestros, Lancer.

—Hasta entonces me quedaré aquí a menos que mi maestro diga lo contrario, me vale poco lo que pienses de ellos —el hombre volvió a mirar a las personas que estaban en la habitación dormidos por aquel humo—, pero mientras siga aquí, no dejaré que hagas lo que quieras con ellos.

—Ya ríndete con ellos Lancer, deberías de saberlo mejor que nadie. Ellos ya no poseen magecraft y menos sellos de comando. —La mujer suspiró mirando con algo de pena al hombre por su tenacidad.— No tienes obligación de protegerlos.

El hombre bufó ante lo último dicho por la mujer, cerró la cortina y miró afiladamente a la mujer delante de él.

—No hay ninguna obligación entre un maestro y un sirviente, es un vínculo mutuo al igual que un contrato —caminó con cautela mientras sus ojos seguían puestos en la mujer—, tú Assassin no estás cooperando con Shirou Kotomine por obligación.

—Por supuesto que no, mi máster y yo estamos unidos debido a nuestro contrato —la mujer rio levemente cubriéndose elegantemente con su mano—, pero debes de saber que ese hombre de ahí dejó de ser tu maestro.

—Tienes la razón Assassin, ahora los que quedan de nuestra facción unidos como maestro y sirviente eres tú y tu maestro —terminó a la mujer aligerando más su mirada—, bueno, aunque ambos se utilizan con confianza.

—¿Lo ves?  —la mujer sonrió—, después de que no me sirva puedo traicionarlo y desecharlo.

—Viendo ese anillo tuyo podría creerte en lo que dices, pero viéndote ahora es imposible que puedas traicionarlo y desecharlo así sin más. —Le causó gracia al ver la cara que puso la mujer al decir lo último.

Al parecer ese Saber pelirrojo tenía una especie de suerte peculiar con las mujeres gruñonas.

—¡Tú Lancer bastardo! ¿Qué acabas de decir?

—Que es imposible para ti traicionarlo en estos casos, te estoy felicitando por ser la pareja ideal de maestro y sirviente

—Eso… es absurdo.

—Je, no es absurdo, pero ten en claro una cosa; no traicionaré al hombre que me convocó, así es como soy yo y lo protegeré.

—Haz lo que quieras, —la mujer se dio vuelta atrás ocultando su cara— así que dime… ¿realmente crees que traicionaré a mi maestro?

—Es algo bastante tonto de tu parte de preguntarme eso a mí, ¿por qué no mejor se lo preguntas a tu marido, el Saber of Ruler?

La mujer desapareció al instante sin decir nada de la vista del Lancero. Suspiró el hombre y le dio una última mirada a aquella habitación.

—A pesar de que no haya intercambiado palabras contigo, te deseo buena fortuna maestro.

Sirviente del GobernanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora