3.- Vive los problemas sonriendo.

127 13 2
                                    

-P-pero...como...pasó- estaba tartamudeando, mis lágrimas caían por mis mejillas. No entendía como pasó. Mi mamá dejó de llorar y se puso sería.

-Hija, hay algo que tú no sabes, algo que debí contártelo, pero sí no lo hice fue por ti, para que tú no sufrieras- hizo una pausa que a mi me pareció enorme- tú abuela tenía cáncer.

-¡¿Que?! ¿Como mierda no me dijiste? Tú sabes como es de importante mi abuela- le grité, pero de a poco mi voz se fue desvaneciendo.

-Perdóname, hija- me dijo sinceramente. Sabía que mamá no tenía culpa, pero lo que me enojaba era que no me diga las cosas, aunque lo hizo para que yo no sufriera.

-Mamá, tú no tienes la culpa de nada- nos abrazamos y noté mis lágrimas caer.

***

Y aquí estaba, viendo por última vez a mi abuela, que estaba en su urna. Ella significaba mucho para mi, ella era como mi segunda madre, ella fue como mi diario de vida, guardaba todos mis secretos, y me aconsejaba como sí conociera todos los rincones de la vida.

Eran las 2 de la mañana, le avisé a mi mamá, que me iba a acostar, y luego mi tía me guió a un dormitorio. Estaba acostada pensando en todo lo que había pasado. De ahora en adelante no podre tener un cumpleaños feliz, cada cumpleaños me hará recordar a mi abuela. Me dormí pensado en ella, mi querida abuela.

***

-Levántate, hija, son las 11 de la mañana y las 2 y medía son los funerales de la abuela- desperté escuchando la voz de mamá. Me levanté y me puse la misma ropa del día anterior, porque no había traído más ropa. Fui al baño y me lavé la cara. Fui al living de la casa de mi tía, que también era la casa de mi abuela, y todavía estaba el velorio de mi abuela.

-Hija, tienes que ir a la casa para que te arreglés, pero es temprano todavía, le voy a decir a tu tío que te valla a dejar y así ahorramos tiempo- dijo mi mamá acercándose a mi.

-Prefiero irme caminando, tampoco queda tan lejos.

-¡Queda a 8 cuadras!

-Bueno para mi no es tanto, además quiero caminar.

-Ya bueno, pero como vas a ir caminando tendrás que irte ahora- asentí. Me despedí de algunas personas que conocía y salí de la casa.

Iba caminando hacía la casa, pensando nuevamente en mi abuela, pero está ves, además de pensar en mi abuela, recordé momentos pasados, momentos que afectaron mi vida completamente. Derrepente sentí como las lágrimas caían por mis mejillas, me senté en una banca que había y levanté mis piernas para abrazarlas, y quedé echa una bolita. No me importaba que la gente me viera, sólo quería estar tranquila un rato, quería llorar, quería desahogarme.

-¿Constanza?- escuché una voz que interrumpió mis pensamientos. Esa voz que me siempre me ha apoyado en todo y ese olor que se coló en mis narices, adoro el perfume de este estúpido. Levanté mi cabeza y ví a Mat mirándome con una cara de preocupación- ¿Que pasó, Coni?-se sentó al lado mío, pero ahora recién ví a otra persona que venía con él. Venía con unos jeans negros, una polera que se le ajustaba al cuerpo y se veía su trabajado abdomen, me quedé mirándolo imnotisada, se veía tan seximente bien, bueno y Matias tan sexi como siempre.

-Mat...- no sabía que decir, estaba nerviosa, solo quiera llorar. No aguanté más y lo abrase y me puse a llorar en su pecho.

-¿Que pasó?- preguntó confundido Daniel, que estaba mirándonos, pero especialmente a mi. Me separe de Mat.

-M-mi abuela- Mat se preocupó más, y yo me quedé callada por un rato- ella murió- Matias quedó petrificado, él quería mucho a mi abuela, sabía como era de importante ella para mi, sabía lo que había sucedido hace unos años, él siempre le agradecia por lo que había hecho.

Completamente DiferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora