Capítulo 4. Revelación

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Belle y Yaiza no sabían qué había pasado ahí dentro, pero de una cosa estaban seguras. No entendían nada de lo que acababan de vivir. Primero la voz, luego el ataque, los periódicos y el grito. No sabían qué significaba nada de eso. Belle miro a Yaiza preocupada porque estaba cada vez más pálida.

- Yaiza, ¿Qué te pasa? Estás muy pálida.

- No lo sé, me siento muy cansada y me duele la espalda.

- A ver, déjame ver.

Belle levantó un poco la chaqueta y el jersey de Yaiza para ver su espalda y lo que vio la sorprendió aún más.

- Yaiza, ¿Cuándo te has hecho un tatuaje?

- ¿Cómo? Claro que no. ¡¿Estás loca?!. -exclamó sorprendida- No me he hecho ninguno, es más como me lo iba a hacer si no hay nadie que los haga. ¿No te acuerdas que al poco de empezar la guerra prohibieron los tatuajes?

- Pues tienes algo en la espalda, justo por dónde te atacó esa cosa en la biblioteca. —Señaló Belle.

- ¿Cómo? —Yaiza cada vez estaba más asustada y pálida.

- Yaiza, creo que será mejor irnos de aquí y buscar una manera de volver a casa o encontrar algún lugar seguro para pasar la noche. Ya que no quiero estar cerca de la biblioteca, algo no está bien y no se qué es.

- Sí, vamos pero a algún lugar cercano y descansemos primero, ¿vale?

En este momento las dos amigas emprendieron el camino hacia la calle principal para buscar algún sitio discreto para descansar y pasar la noche.
Al llegar a la calle principal observaron que había mucha gente observando hacia un callejón, pero no le dieron importancia y siguieron andando. Cuando pasaron cerca del callejón Belle echo un vistazo y vio a una persona tirada en el suelo, boca abajo, y con el jersey levantado, y estaba segura de que estaba muerta. Belle observó que en su espalda estaba la misma marca que hace un momento vio en la espalda de su amiga.
En ese momento Yaiza, estaba cada vez más pálida y le costaba caminar. Por eso la cogió en brazos y fue a buscar ayuda.

No muy lejos encontró a una mujer de mediana edad. Esta se sorprendió por el repentino acercamiento de Belle. Esta última estaba exasperada, no le salían las palabras ya que estaba nerviosa, pero de inmediato y más en aquellos tiempos tan difíciles. La mujer comprendió que necesitaba ayuda.
Así fue como entre las dos llevaron a Yaiza a la casa de planta baja de la señora, que se presentó como Susane.

- Acomódala sobre esta camilla... Y quítale la sudadera para que la pueda ver. -le indicó con el dedo- Mientras voy a recoger mi botiquín. Por suerte fui enfermera durante muchos años. — Fue comentando mientras se adentraba en la casa.

Susane estuvo de vuelta en menos de un minuto, pero nada mas echarle el primer vistazo la cara de la ya jubilada enfermera cambió de forma repentina.

- ¿Dónde os habéis metido? Y me gustaría que me dijerais la verdad. Reconozco esta marca. La vi hace muchos años y no me esperaba verla hoy de nuevo.
- ¿Cómo? ¿Sabes algo acerca de esta marca? - Preguntó Belle-.
- Yo... Es una historia muy larga.
- Por favor, mi amiga necesita ayuda, ¿Se la puedes proporcionar?
- Se pondrá bien, se lo que tengo que hacer. Pero tu debes de salir de aquí de inmediato. Y mejor si regresas mañana por la mañana a recogerla. Necesitaré pasar la noche a solas con ella si quieres que la salve.

Con la cabeza cabizbaja y una punzada de dolor Belle asintió y dejó el lugar, no sin antes prometerle a su amiga, ya inconsciente, que al día siguiente regresaría a por ella. ¿Qué más podría hacer si no?

Al despedirse de Susane pensó que debería pasar por la calle donde había visto al hombre ya fallecido por si nadie se había dado cuenta de él todavía.
Cuando llegó al lugar ya no se encontraba tendido en el suelo. No había ni rastro de él en realidad. Leería el periódico al siguiente día para ver si algún reportero aportaría algo de información sobre lo sucedido, pensó.

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