Por qué la novia mató al heredero

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Mientras temblaba de la impresión con el libro en la mano, el príncipe sintió el aroma de un perfume familiar que le paralizó el cuerpo, y girando su cabeza hacia la ventana se encontró con Rose... Si... la Rose que asesinó a su hermano estaba delante de él, y no era una alucinación o un sueño, era realidad, una terrible casualidad.

Enmudecido, la miraba mientras todos los motivos de su odio hacia ella caían como una avalancha sobre su cabeza, a la vez que trataba de poner sus sentidos en orden para procesar su presencia. Él observaba como los labios de ella se movían. En definitiva, Rose estaba hablando con él, pero Zen no escuchaba ni una sola de sus palabras.

La sangre le hervía a tal punto que se le dificultaba pensar claramente.

Entonces, ella caminó hacia él... Sus pasos fueron muy suaves, no hizo nada de ruido.

— ¿Zen?

Tras escuchar su nombre en la boca de la mujer que lo traicionó, el príncipe se puso de pie y desenvainando su espada le atravesó el abdomen.

Fue rápido, ni siquiera lo pensó, su cuerpo se movió solo.

Con sobresalto ella se sujetó de él mientras ambos se miraban a los ojos con terror.

"¿La maté?... ¿esto es real o estoy soñando?".

Tratando de confirmarlo, bajó la mirada y vio el charco de sangre formándose debajo de sus pies

"Sí, por fin he cobrado venganza"...

— ¿Esto te ha hecho sentir mejor, mi amor?— Preguntó con extrema calma.

"¿Eh? ... ¿dijo - mi amor?"...

— Antes de que mueras sólo quiero saber una cosa Rose... ¿por qué? ... ¿por qué lo hiciste?

— No lo recuerdo.

— Q... ¿qué?

— Simplemente era algo que debía hacer... pero no te utilicé para matarlo, los sentimientos que tengo por ti son realmente honestos.

— ¿¿Te burlas de mí??

— Digo la verdad.

— ¿Acaso eres un monstruo?... ¿cómo puedes matar a una persona y no recordar la razón?,  ¿cómo puedes seguir burlándote de mí  de este modo?

— No me burlo. — Contestó zafándose de la espada en medio de quejidos de dolor, y al separarse, el sangrado de su abdomen comenzó a detenerse, dejando al príncipe horrorizado.

— No puedo morir... No hasta que cumpla la misión que ése hombre me encomendó, el primer Rey del Diamante... qué ironía enamorarme precisamente de ti. Tú que quieres proteger todo lo que yo debo destruir, qué destino tan cruel.

— ¡Basta! —  Gritó tomándola por el cuello.

— Z... Zen.

— No me llames por mi nombre, aunque digas que no, si me usaste y aunque digas que me amas, mientes, ¡tú mataste al príncipe Klaus.! ... tú, bestia o lo que seas, ¡mataste a mi hermano!

Entre lágrimas, las manos del príncipe apretaban más y más su cuello.

—Te - dije que no puedo - morir... —  Susurró, y tras escucharla, la soltó, y mientras tosía apoyándose en la mesa, Rose recordó las caricias que esas manos maltratadoras le propiciaron alguna vez.

— No puedes morir, pero vienes aquí y te paras frente a mí sabiendo que no hay nada que desee más que matarte, ¿lo haces para torturarme? ¿no fue suficiente la vida de mi hermano? ¿por qué estás aquí?

Los Herederos del DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora