Libro 2: Noche 3 - El invitado del Duque

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Para Linda y Evelin, gracias por leer mi libro cuando nadie más lo leía.


...



~ Meses atrás ~

Luego de que Rose se marchara de la casa frente al mar, Dai la perseguía velozmente por el bosque.
Iba tras ella a tal velocidad que un simple tropiezo podría hacerle perder el rastro de su alma.
Continuó así, hasta que la carrera los llevó a una zona de aguas termales.

Aunque la presencia de Rose en ese lugar no tenía sentido en su mente, siguió adentrándose en las tierras humeantes. Más allá... donde la temperatura resultaba insoportable y los gases se volvían nocivos.

"El aire está muy caliente, ¿qué hace aquí?, ¿habrá notado mi presencia?".

A pesar de sus sospechas, Dai permaneció oculto en su magia siguiendo sus pasos con sigilo hasta que se tornaron más suaves, ligeros, finalmente ella se detuvo.
Como una sombra, él avanzó entre los vapores intrigado por la situación. "¿Pero qué le sucede?" se preguntó al ver a Rose moverse y retroceder en el mismo espacio como si estuviera bajo algún tipo de hechizo. Repitió ese extraño baile unas tres veces frente a sus ojos. Confundido, su ceño fruncido mostraba el desconcierto ante su errático comportamiento.

Hasta que repentinamente ella reanudó la marcha, caminando hacia un pozo de agua hirviendo.

"¿Arrojará algo dentro?, ¿le fue ordenado destruir un objeto?". — Su mente llena de conjeturas trataba de hallar el sentido... Fue entonces cuando notó que Rose tenía las manos vacías y sus ojos llenos de impresión acompañaron su veloz acercamiento.

— ¡Alto! — Gritó apresando su cuerpo, forcejeando con ella en un desesperado intento por evitar que saltara mientras el vapor chocaba sus caras.

—¡Rose! ¡Resístete! ¡Rose! — Al llamarla, su boca se llenaba de magia y palabras con poder para liberarla, pero las cadenas malditas responsables de su opresión quedaron en evidencia. Al instante en que su magia hizo contacto con ellas, un choque destellante lo repelió. Era obvio: una maldición de mil años no sería deshecha de la nada.

— ¡Reacciona!,  ¡nos vamos a caer!, ¡resiste!, ¡resístete a él!

Sus gritos eran en balde, pronto comenzó afrontar la dolorosa realidad de no poder ayudarla, no moriría con ella. Si la situación lo superaba tendría que soltarla.

| ¿Padre algún día seré el Duque de Tamashi como tú?. ~ Sí, hijo, cuando yo ya no esté, tú serás el Duque. ~ ¿Hay algún consejo que quieras darme? ~ ¿Un consejo?, más que un consejo, me gustaría darte una advertencia. Dai, hay cosas que la magia no puede solucionar, hijo, nunca lo olvides.

Impulsado por ese recuerdo, Dai endureció su mano, asestó un golpe en el cuello de Rose dejándola inconsciente, y clavando su guadaña en el piso hizo aparecer un sello mágico debajo de sus pies; de inmediato regresaron al bosque cerca del acantilado.

Ahogado por los gases, perdió la fuerza y cayó junto a ella quien rodó a poca distancia. — ¡Casi me quemo la cara!— Reclamó agitado, pero al observar su cuerpo tirado en el piso la posibilidad de la ventaja llegó a su mente y gateando hacia ella posó su mano sobre su cabeza y accedió a sus recuerdos.

"Rojo... ella nació bajo un destello carmesí proveniente de la magia de ese infeliz, firmó un contrato. Un contrato injusto, pues aunque su forma era la de una mujer, su mente seguía siendo la de una niña; no comprendía lo que implicaba entregar su libertad. Y todo por una tontería. Él le ofreció una vida como mortal presentándolo como la gran oportunidad, prometió otorgársela a cambio de asesinar a todos los nobles del Diamante.

Los Herederos del DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora