1. Julio de 2021

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Bajé la ventanilla del coche y sentí el aire acariciando mi cara. Era un aire cálido de verano. Me gustaría poder decir que esperaba que fuera el verano de mi vida, pero sentía un sentimiento cada vez más incesante en mi corazón. Ese verano sólo quería morirme.

Nos dirigíamos a la costa valenciana, como todos los veranos. Pero ese verano, había un secreto que me carcomía por dentro. Sí, era un secreto, porque no lo sabía nadie. Bueno, lo sabías tú. Pero, cuando me refiero a nadie, me refiero a mis padres, por supuesto.

Siempre he sido excepcionalmente responsable, hasta rozar el límite y decir "basta". Responsable no sólo en lo académico, sino también responsable con cuidar los sentimientos de las personas que más quiero. Y desde luego, es ese pequeño círculo, se incluyen mis padres. 

Me preguntaba realmente si tú habías sentido alguna  vez también ese sentimiento. Miraba por la ventanilla los campos conquenses, escuchando cualquier balada triste con mis auriculares y pensaba que sí. Tú también guardabas secretos. Alguno conocía yo y desde luego, imaginaba que no los sabría tu familia.

Pero a veces sentimos tanto dolor, tanta culpa y vergüenza que no decimos nada. Si no podía entenderlo ni yo misma, ¿cómo lo comprenderían los demás? Era algo imposible. Pero si algo he aprendido de los secretos es que, por mucho que lo guardes bajo llave. Acaban saliendo. No me preguntéis cómo, yo tampoco lo sé.  Fue mi liberación: que un secre

Un millón de cartas para ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora