5. Volver a construirse

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Lo peor que nos ocurre en la vida siempre nos acaba mostrarnos quiénes somos realmente. Es una mierda, lo sé. Nadie quiere que le sucedan desgracias.

Sin embargo, ya no lo tomé como si hubiera sido una de ellas. Al fin, mi secreto dejó de ser secreto. Y realmente, seguía sintiendo ganas de llorar desconsoladamente, sin nadie que me dijera que no pasaba nada.

Pero esas lágrimas, ya no eran por guardar un secreto, por la angustia que me generara el hecho de que solamente yo lo sabía. Sino era un dolor soportable, acompañado de soledad. Realmente, pienso que únicamente hay dolores soportables cuando uno hace un pacto con su sufrimiento. Pero ese pacto ha de ser tan personal, que necesitas espacio y tiempo a solas.

Quiero ser optimista y quiero decir que cesaron las pesadillas, porque realmente fue así. Conseguía dormir pero junto en el instante de cerrar los ojos y entrar de lleno en el mundo del subconsciente, comenzaban a brotar de mis ojos, interminables lágrimas, que empapaban mi almohada. 

Era algo parecido a dejar de ocultar lo que sentía. Por el día, debía hacer labores veraniegas, entre las que se encontraban: no hacer nada, tomar el sol en la playa y seguir sin hacer nada.

Me interesé por la literatura. Siempre ha sido para mí una vía de escape, empezar a sentir lo que ha escrito un autor o autora sobre alguien o algo, evadirme de mi propia realidad y ser otra persona durante unas horas.

Sin embargo, me alarmé porque normalmente está muy relacionado: cómo nos sentimos durante el día con cómo nos sentimos antes de dormir.

Fingir mi tristeza. Siempre se me ha dado tan mal. Igual que mi alegría. Fingir es lo peor que puedes hacer. Por ejemplo, fingir que quieres a alguien o que no le quieres no se puede elegir. Eso se nota, no hay más que decir.

Un millón de cartas para ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora