Capítulo 19 - Empezando a luchar

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—Vale —dije en un tono neutro y vi como la cara de Marcos pasaba a una pequeña mueca.

—¿Cómo dices? —pregunto Marcos mientras se acercó más a mí.

—Que vale, que no es tan difícil de creer.

—¿Tú lo sabías? —pregunta estando ya delante de mí por completo en el umbral de la puerta de su cuarto.

—Por decirlo de alguna forma, lo he deducido —me mira desconfiado.

—Déjame explicarme.

—Adelante.

—Antes hablando con Juan empecé a tener mis sospechas, saliste como tema de conversación por un pequeño segundo y todo fue, digamos que raro. Ahora tú con tu reacción y por cómo le hablaste me acabaste de confirmar las sospechas.

—Entiendo —desvía la mirada de mí y me tenso un poco, joder, se lo dije sin rodeos, aunque entiendo que este algo desconfiado.

—Pero, eso no explica qué te pasa Marcos, tengo una ligera idea, pero prefiero que me lo digas tú, por favor.

Noto como empieza a jugar con la parte de atrás de su pelo y tiene forzosamente la mirada desviada de mí, es bastante obvio que está pensando en si contármelo o no, aunque no le culpo, tal vez ya no confíe en mí, hasta a mí me cuesta, pero, debo confiar en lo que me dijo Xabier, ellos están para mí si los necesito, no debo dudar.

Chasqueo los dedos, logrando captar su atención, y rápidamente señalo la cama —¿Hablamos? —le pregunto en un hilo de voz, casi costándome, ya que me estoy forzando, pero, debo confiar.

Marcos se acerca hasta la cama y con un rápido movimiento retira las sábanas, saltando dentro de la cama y mirándome. Voy hasta el otro lado de la cama al ritmo que me quito los playeros sin desatarlos, si soy de esos, ya deberías saberlo, y salto a su lado en la cama, cada uno coge un extremo de las sábanas y tirando de ellas nos las ponemos por encima.

El silencio se adueña de la situación en un instante, se nota que ninguno de los dos queremos dar el paso a hablar, yo no me siento bien para ello, aún no me siento bien... pero puedo notar algo en los ojos verdes de Marcos que lleva allí mucho tiempo, tal vez incluso desde antes de que tomáramos esta pequeña costumbre de ser sinceros baja las sábanas de la cama, algo como... ¿Miedo? Sí, es miedo, siento miedo en los ojos de Marcos. No voy a forzarle, no tengo el valor para ser el que dé el primer paso a hablar, pero tampoco tengo derecho a forzarle a él a darlo. Mi pensamiento acaba rápidamente ahí, ya que veo como ese miedo se disipa levemente y vuelve a jugar con su pelo, va a habar.

—Entonces... no sé bien como empezar...

—A tu ritmo, tenemos toda la tarde —intento hacer un chiste y logro ver como sonríe, así que creo que me salió bien.

—Es más complicado de lo que pensaba Edén, yo... yo tengo miedo, mucho miedo —dice bajando el tono cada vez mientras entierra la cara en el colchón.

—¿Miedo a qué Marcos? —pregunto, pero sin saber bien a quien, ¿a mí mismo o a él?

Marcos se acerca más a mí y me abraza, no negaré que me cogió por sorpresa, pero más sorprendente es lo que dice acto seguido —Miedo a perderte Edén.

—¿Perderme?

—Sí, a perderte —entierra la cabeza en mi pecho y aprieta su agarre.

—¿Por qué irías a perderme Marcos? —pregunto y noto al instante como se tensa de golpe haciéndome tener un mal presentimiento.

—¿Sabes por qué he vuelto? —me huelo por donde va a ir esto y no me gusta, pero niego con la cabeza, no me puede ver, pero sé que lo siente.

—Volví porque tenía pánico de que hicieras de nuevo una tontería Edén, la última vez que estuviste así, hiciste —suspira un momento tomando aire, aunque creo que más bien fue para calmar su respiración, y sigue —hiciste eso y no pude evitarlo, no quiero que lo vuelvas a hacer, no quiero perderte Edén, no podría soportar volver a perder a alguien que me importa de un modo tan horrible...

Alma QuebradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora