Casi no pegué ojo en toda la noche. Aun con el destino del viaje, estaba muy entusiasmado por poder viajar con mis amigos. Además, sí, el destino no me gustaba nada, pero era un sitio que conocía, así que por lo menos podría ser algo útil.
En casa todo era un caos. Estábamos en pie desde las seis de la mañana y saliendo por la puerta, cargados de maletas, a las siete. La tensión entre Marcos y Alex parecía haber disminuido un poco, aunque tal vez era simplemente la falta de sueño, y los tres habíamos optado por ir de chándal el primer día ya que nos la íbamos a pasar en el autobús todo el rato.
Cuando llegamos al punto de encuentro, el estadio Carlos Tartiere, yo quedé un poco asombrado. Nunca había estado en ese estadio de fútbol, en ninguno en verdad, y el hecho de verlo impresionaba. En cuanto nos despedimos de Xabier y salimos del coche, arrancó al instante. No podíamos dejar el coche en el aparcamiento del estadio cuatro días, por lo que Xabier fue quien nos trajo a los cuatro solo para llevárselo.
En cuanto nos acercamos a la zona en la que se suponía que habíamos quedado, ya había bastante gente junto a tres grandes autobuses. Según me comentó Marisa, a este viaje suelen venir muchos alumnos, pero una pequeña parte suele no venir, cada uno por su motivo.
—¡Ed! —me llamaron desde algún lado. Miré en todas direcciones y casi al instante vi de quién se trataba. Era Juan.
Ya estaba junto a Winter y Luke. Fuimos junto a ellos y Marisa siguió adelante, donde estaba la señora Aránzazu y otro profesor que no conocía, la verdad.
—Por fin llegáis —se quejó Winter mientras le descolocaba el pelo a Alex. Él no lo dudó y le frenó la mano al momento, pero se empezaron a reír.
Juan y Marcos estaban hablando no muy lejos y yo tenía enfrente unos preciosos ojos multicolor.
—Hey —me dijo. Tenía la voz algo ronca y se le notaba algo despistado. Si tuviera que apostar, diría que se acaba de levantar.
—Hey —respondí.
—¿Nervioso? —me preguntó. Su voz sonaba un poco más, vamos, como él, pero esa voz ronca me resultaba demasiado genial.
—Un poco, la verdad.
—Nos lo pasaremos genial —me calmó, pero pude ver cómo se tensaba. Seguí su mirada y mis ojos dieron de frente contra los de Javier. Perfecto.
—Seguro todo irá bien —comentó Juan, apareciendo junto a Marcos y el resto, mientras se colocaba a mi lado —además, estaremos juntos todo el rato, dudo que se atreva a algo, por lo menos de momento.
La respuesta de Juan se sentía alentadora, pero no lograba sentirme a gusto con ella, no sé bien por qué. Le hubiera dado vueltas a ello, pero algo atrajo mi atención, mejor dicho, alguien.
—¡Bueno, chicos! —gritó Marisa —¡por favor, id acercándoos!
Todos, con maletas y todo, nos pusimos alrededor de Marisa y los demás profesores. Venían seis, supongo que dos por clase. Entre los cuales estaba la señora Aránzazu, la única profesora de la que recordaba el nombre y que me gustaba su forma de hacer las cosas.
Nos explicaron que íbamos algo mal de tiempo, pero nada que no se arreglara acortando un poco los tiempos de pausa. En cuanto terminaron de dar explicaciones, nos pusimos a guardar las cosas dentro del autobús. No había autobuses asignados, por lo que podíamos ir en el que quisiéramos. Winter se vino con nosotros.
Subimos y nos sentamos hacia la mitad del bus. Yo del lado de la ventana junto a Luke, delante Marcos y Juan, y detrás Winter y Alex. Podía sentir una leve tensión, pero no quise prestarle atención. Más bien, preferí esperar a que el autobús arrancara con los cascos puestos.
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Alma Quebrada
Romance¿Qué pasaría si, en un solo instante, toda tu realidad, todo lo que te mantiene unido al mundo, se quiebra? ¿Te rompes por dentro? ¿Acabas con tu propia existencia? Tal vez puedan ser buenas soluciones, pero yo tengo una visión distinta de ello, o e...