Cada historia de amor es bonita, cada historia de amor es única e inolvidable. Cada historia tiene reglas, pero nosotros nos las saltamos a nuestro antojo.
Nosotros pasamos de ser la historia de dos desconocidos a ser la de dos almas unidas en la tragedia.
Todo comenzó una fría mañana en 1990, en la que nuestras miradas chocaron por arte del destino o la casualidad, una mirada que se vió envuelta por la luz que iluminaban las preciosas luces del centro de la ciudad. No creí nunca ni creeré en el amor a primera vista, pero tu me demostraste que detrás de una simple mirada hay muchos recovecos en los ojos de las personas, unos recovecos en los que solo puedes explorar los sentimientos de alguien si los conoces muy de cerca.
Tus preciosos ojos marrones me dejaron embobada por lo que pudieron ser minutos pero que para mi fueron siglos. Recuerdo como la constelación de pecas que se extendían por el puente de tu nariz me dejaron tan absorta que hasta creí perder la noción del tiempo. Pero no, lo peor o lo mejor, porque en ese instante no estaba muy segura de lo que llegué a sentir fue cuando te acercaste y con tus delicadas manos me rozaste el hombro. Se me entrecortó la respiración y el cuerpo se me estremeció de tal manera que al acercarte a mi y susurrarme aquellas palabras me quedé muda.
Llegaste en el peor momento de mi vida siendo la persona correcta, y en una historia normal te diría que me la cambiaste, que fuiste el soplo de aire fresco que me hacía falta y todas esas tonterías, pero no, no fue así, me conoces de sobra y sabes que no soy de mentir, y menos lo haría contigo que tantas maravillosas cosas te empeñaste en que descubriera cuando más falta me hacía, siendo yo la terca que no te daba la atención que merecías, pero que tú con tu bendita paciencia pasabas por alto. Eso es lo que eternamente adoraré de ti, que siempre me ponías como tu prioridad aunque estuvieras incluso peor que yo.
No me cambiaste la vida ni nada parecido, al revés, me la doblaste en dos, y todavía no sé por qué, todavía me pregunto cómo puedo sonar así de egoísta, pero sabes que en mi interior aunque no lo supiera demostrar o espero que lo hayas sabido apreciar, siempre fuiste mi mayor tesoro, mi persona favorita, pero sobre todo fuiste tu en aquellos momentos, el momento en el que éramos dos almas sin rumbo fijo en la vida, o mejor dicho en nuestros propios corazones, mi mejor apoyo. Pero fui tan egoísta que nunca llegué a sentir ese sentimiento o ese inicio que hace que el amor florezca.
Créeme que intenté que eso sucediera, pero por todo el empeño que le pusiera eso no cabía por ni el más diminuto huequecillo de mi cabeza. Cuando llegó el momento en que me atreví a saltar al vacío una vocecilla dentro de mí, esa a la que yo tanto temía me dijo desde el fondo de su retorcida existencia que no se me ocurriera llegar al abismo, porque corría el riesgo de llegar a perderte, así que fui cobarde y me escondí de esa posibilidad. Ahora lo pienso y me alegro de no haberlo hecho, ahora miro esa parte de mi y a mi vocecilla interior y me alegro de haberle prestado atención, y no porque fueras una mala persona, porque en absoluto he llegado a pensar eso, eras el ser más maravilloso que jamás llegué a conocer, pero yo no quise engañarte con falsas ilusiones, tú merecías a alguien que te quisiera como tu lo hiciste conmigo, y no acabar muerto de pena por alguien que no te quería de esa manera.
Pero te tengo que ser sincera, jamás olvidaré aquel 13 de Enero de 2002, cuando doce años después de conocerte, y cinco anhelando saber algo de tí o atreverme a escribir esta carta me llegó la tuya dando tu último adiós, despidiendote de mí y pidiendo perdón por no haberme cuidado lo suficiente, y pensé lo bueno que eras y lo que te hice sufrir. Lo último que recuerdo es como dos ásperas lágrimas cayeron de mis ojos deslizándose lentamente por mis mejillas, y más tarde yo misma sentada en el sillón ahogada en un mar de lágrimas con la carta aferrada a mis manos como una parte nueva adaptada a mi piel.
Desde ese momento nunca volví a ser yo, me aislé del mundo y me he convertido en una solitaria mujer que solo sabe vagar por la vida como si fuera un fantasma. Justo me encuentro aquí sentada al lado de tu tumba escribiendo ésta carta, y rogándote que me resuelvas todas las dudas que rondan mi cabeza, pero eso ya es tarde, porque fui una cobarde que no quiso escucharte a tiempo, quizás ahora no me sentiría así.
Recuerda allí donde estés ahora escuchando mis súplicas que siempre te consideraré mi ángel de la guarda, y con éste cargo que te doy, te dejo como misión que cuides a esta solitaria alma en el camino que le queda.
Cuando queme estas palabras en el calor de la hoguera de mi casa arrepentida pensaré por primera vez en ti, pero solo de la manera que tu y yo sabíamos hacer: tú escuchando allí donde estés y yo desahogándome en nuestro planeta.
Te ruego que no te olvides de mí.
Hasta siempre, mi constelación favorita.
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Sentimientos únicos
RomanceIntento plasmar escribiendo lo que siento, las cosas que suceden o simplemente me dejo llevar y dar paso a la imaginación. Me inspiró en los libros, escribo estos relatos por los libros. Son minis historias que ninguna tiene nada que ver con la sigu...