Todas las veces de mi mente unidas a la luna

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A veces pensé que no te alejarás de mi mente, a veces pensé que serías el tampón que hacía que la sangre no se escurriese de mi corazón, a veces tan solo soñé con que nunca tendrías el valor de alejarte del pequeño recoveco de mi alrededor.

Pero esos a veces solo eran escuchados por la luna, pequeña y redondita cuando se veía desde abajo, pero gigantesca cuando la conocías muy de cerca. La gente se preguntará que cómo sé que la luna es grande de cerca si nunca la he visto ni tocado, pero yo siempre tengo la respuesta formulada: ella era la confidente de mis desgracias, tales eran de grandes y tan poco espacio tenía para compartirlas con nadie que aquel satélite con manchas fue la única en ofrecerse a serlo sin pedir ayuda alguna.

Se convirtió en mi amiga, la guardiana de mis susurros inundados de lágrimas.

Logró convertirse en mi paz, la que después de horas de tormenta me sosegaba el cuerpo con solo mirarla. Me reconfortaba verla allí, quieta entre la multitud de estrellas teniendo un jarabe o efímero consejo para curar todas las almas rotas que vagaban a su alrededor, siempre con el propósito de sanar con una de sus melodiosas sonrisas.

Sentimientos únicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora