Nunca fuimos nosotros

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No parecía posible, al contrario, era todo menos lo que deseaba, pero la puerta de los recuerdos volvió a abrirse con tu mera presencia.

Volviste y era lo que menos necesitaba. Lo había pasado realmente mal, meses de lucha por borrarte de mi mente, miles de esfuerzos encerrados en un cajón cubiertos de cadenas con el candado en el fondo de mi corazón, y de pronto apareces consiguiendo que se derrumbe mi mundo interior.

Recuerdo el momento exacto en que te conocí: aquella calurosa mañana de aquel día veraniego, ese instante en el cual me dejaste prendada, en el que cegaste mis cinco sentidos convirtiéndome en la persona más feliz del mundo.

Ahora mientras escribo estas líneas me doy cuenta de lo ingenua que fui, y como en un corto y doloroso período de nueve meses no me quisiste lo más mínimo, sino que me usaste a tu antojo.

Tengo clavada en mi mente, en forma de rebobinacion el instante en que te ví con ella, y te puedo asegurar que no sentí más que una extraña mezcla entre pena y compasión por aquella chiquilla que te miraba con los ojitos de ser lo mejor que le has pasado en la vida.

Quise decirle que se alejara, quise advertirle que huyera lo más lejos fuera capaz, pero ya sería tarde porque la tendrías tan cegada que me tomaría como una intrusa en "vuestra relación".

Eso tan solo sería de tu conveniencia, porque mientras yo navegaba por los recovecos de tu cintura tú vagabas por los lunares de su espalda: claro ejemplo de que nos usaste a las dos, pero de una manera distinta, una mentira para cada una: para aquella chiquilla tú serías tu primer amor, y ella para ti una niña inocente a la que tirarte, yo sin embargo fui la imbécil que tenía un pasado de mierda y estaba a "falta de amor", justo icono también para usarme.

Eso tenemos ella y yo en común: dos imbéciles que cayeron rendidas a sus encantos, en concretos esos imponentes ojos azules que si los conoces muy de cercas sabes que contienen el veneno necesario para destruirte por completo, que en un principio lo pones en la mesa de presentación como si del caramelo más dulce se tratara.

Te doy un consejo: con esto solo consigues dar lástima, te lo digo porque es lo más probable que le acabará pasando a ella, y mientras ilusionada te cuenta sus mil realidades tú tendrás en mente a otro fichaje al que también tendrás como objetivo destruirle la vida.

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Lamento una y todas las veces sean necesarias el haberte conocido, como también lamento el haberte amado de una manera incondicional.

Tal fue el miedo que acabé sintiendo por ti que me escondí de muchas oportunidades. La mayor de todas llevaba nombre y apellidos, y sí, te lo digo aquí porque no tuve el valor de decírtelo en persona por lo que pudieras llegar a hacer.

Mientras tu me engañabas y yo era consciente de ello me enamoré perdidamente de un chico que tenía enmarcada en la cara la expresión más genuina que jamás había sido capaz de descifrar nadie en tan solo una simple mirada.

Entre aquel muchacho de sonrisa dulce y yo, una niña encerrada en la jaula de tus mentiras no llegó a suceder nada más que tres tímidos besos que tuvieron como testigo a una preciosa noche cubierta por la magia de la luna y las estrellas.

No sabes las de veces que me arrepentí de no haber sido una buena valiente y haberme marchado de tu lado para empezar de cero con unos ojos color negro como el azabache que de verdad sentía algo sincero por mí.

Hasta aquí esta especie de carta en el corazón de un relato en el que te cuento todos mis sentimientos.

Debo de aceptar que entre estas líneas el protagonista es el rencor, como también debo de decirte que no todo en la vida son logros y se consigue a base de quién es el mejor.

Sé que sigo siendo una ingenua por pensar que algún día cambiarás. Recuerda, aunque seguramente no habrás oído jamás que la vida todo lo pone en su sitio y siempre tiene un as bajo la manga.


Adriana 23/01/08

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