Esbozos de un desahogo

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Siento que al escribir me libero de mis pesadillas interiores, entro y me sumerjo en el maravilloso universo de las palabras, letras y versos entrelazados que muchas veces quisiera que cobrarán sentido, pero llegan a ser tan simples que no creo que nunca suceda, solo y exclusivamente por el hecho de que se trata de mí.

Siento que las palabras son mi mundo, en el que por horas me excuso de estar en un uno lleno de problemas, en el mundo real, en el que yo me encuentro, en el que intento huir aunque solo sean milésimas de segundo, pero ojalá fuera una eternidad.

A veces me paro a pensar lo retorcida que puede llegar resultar la existencia, y como de un momento a otro todo se puede truncar por lo que sea, de lo más insignificante a el mayor de los problemas, y llega a agotar de tal manera que piensas que un día cualquiera se terminará el aire.

Por suerte tengo un escondite, pequeño y recóndito en el fondo de mi ser, y lamento si algunas personas no lo tienen, pero les aconsejo que no lo dejen de buscar, porque allí en el más inesperado lugar del universo hay una escapatoria para todas las almas que vagan en silencio con sus problemas por el mundo. Yo soy una de esas almas; solitaria y sin un punto fijo en la vida, creí tenerlo todo y me equivoqué rotundamente, tal fue la decepción que me llevé años atrás que no he sido capaz de salir de este agujero negro sin fondo en el que me he adaptado con el paso del tiempo.

Dicen que el tiempo te ayuda a sanar el alma, pero desde mi propia experiencia lo único que hace es empeorar la propia existencia. El tiempo es algo así como las agujas de un reloj, unas agujas que lo único que hacen es dar vueltas encerradas en un trozo de madera y cristal, en el que le arrebatan su libertad. Se puede decir que las personas somos las agujas que no dejan de dar vueltas y vueltas, y el tiempo es la madera y cristal que no roba la libertad. Con esto vengo decir que el tiempo lo único que hace es comernos la cabeza con nuestros propios problemas, es como una especie de círculo en el que tiempo y problemas son fieles aliados contra la existencia humana.

Muchas veces me pregunto: ¿Qué le hemos hecho las almas para encontrarnos tan perdidas en nuestro propio camino?, llevo años preguntándome lo mismo y nunca he obtenido respuesta, pero siempre he tenido una hipótesis: creo que nos encontramos solas porque nunca hemos tenido un apoyo, y no me refiero a lo material, sino a tener una persona, un punto fijo de ayuda, en el que poder desahogarnos, al que llorarle y en vez de irse corriendo quedarse y abrazarnos y decirnos que todo va a ir bien aunque no sea verdad, que nos tenga que mentir por vernos soltar un suspiro por efímero que sea de alivio.

Llevo años en la misión de encontrarlo, porque me siento estúpida, porque me siento una imbécil a la que todo el mundo usa a su antojo, porque yo siempre he sido el punto de apoyo de todo el que lo ha necesitado y cuando he sido yo la que estaba a falta de aire para la propia existencia nadie estuvo para sostenerme las piernas y no dejar que me cayera, al revés, todo el mundo lo veía y nadie tenía las narices de decir "ella está mal, necesita renovar el oxígeno".

Y ahí se quedó la hipótesis, en una simple formulación, y todavía soy la imbécil que no tiene corazón capaz de dejar a nadie cuando lo tiene en frente pasándolo mal, porque me puedo imaginar lo que está sucediendo en los pensamientos de esa alma, y sé que se pasa francamente mal. 

Sentimientos únicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora