Capítulo 9

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Luego de encender algunas velas en el suelo del baño, poner música y terminar de preparar la bañera con sales energéticas y pétalos, me metí en ella. Mientras me relajaba aproveché para leer algunos capítulos del increíble libro de demonios que había comenzado a leer antes del viaje a Haidar. Una novela erótica de una autora mexicana que mis amigos de la editorial me habían recomendado muchas veces, pero por falta de tiempo no había podido empezar. Ya que luego de volver del hospital había tenido mucho tiempo, libro había aprovechado la oportunidad.

Me gustaban ese tipo de historias, un poco sucia, o bastante he de decir. Era excitante ver el constante coqueteo de los protagonistas, él, un demonio llamado Belial, y ella, una simple humana que pronto se convertiría en su reina.

Después de una hora, cuando el agua ya estaba algo fría, salí y me envolví en mi toallón negro que reposaba sobre el lavabo. Fui directo a buscar mi pijama. Aunque aún era temprano, para mí, el día había llegado a su fin, ya no tenía energía ni ganas de hacer nada más.

La noche pasó demasiado rápido a mi parecer, me sentía cansada aún, pero ya eran las 7:50 y eso significaba que el día había comenzado. Cambié mi pijama por unos leggins negros y una camiseta oversize roja, mis converse de cuero y una chaqueta de mezclilla negra. Alcé mi largo cabello castaño en una coleta alta, me maquillé levemente, un poco de corrector para mis ojeras y bálsamo labial rojo, y bajé a desayunar.

Para mi sorpresa no había nadie en casa. Al llegar a la cocina, una nota reposaba en la mesada, era de mi abuela indicándome que estaban en el mercado y que volverían cerca de las 10 de la mañana, también decía que me habían dejado mi desayuno dentro del horno. Con eso dicho lo primero que hice fue abrir el horno para ver que era lo que habían dejado para mí. Deliciosos panecillos de chocolate se encontraban en una bandeja listos para comerlos. Tomé dos y los puse con cuidado en un plato, estaban tibios, los acompañé con una bola de helado de vainilla y un vaso de jugo de frutos rojos.

Llevé todo a la pequeña mesa de la cocina y me senté a degustar mi comida. Mientras comía miraba a la nada con los pensamientos perdidos en mis deseos de ver a mi amado, estaba esperando con ansias el reencuentro con Andrew, era la segunda vez que nos separábamos y se sentía horrible. Cada día que pasaba tenía ganas de llamarlo y contarle todo lo que sucedía, y aunque en la carta que le había enviado le contaba mucho de lo que estaba viviendo, no había sido específica en cuanto a lo que a mí me estaba sucediendo.

Tan pronto como terminé de desayunar y lavar lo que había ensuciado, me dirigí a la oficina que se encontraba al final del oscuro pasillo que comenzaba en el salón principal, iba con la intención de tomar prestado uno de los libros de la enorme biblioteca que esta tenía. Al llegar a ella pasé mis dedos por los lomos de aquellas antiguas historias hasta que una de ellas llamó mi atención. Parecía un libro normal, de color verde oscuro, con detalles en dorado, pero el dibujo de dos serpientes enlazadas a un corazón era lo que me había sorprendido. No tenía sinopsis ni título y eso me resulto extrañamente curioso.

Tenía presente que las dos serpientes enlazadas a una especie de bastón era el símbolo de la medicina, pero ese, entrelazadas a un corazón, no lo había visto nunca, no sabía que significaba. Lo saqué del librero y lo abrí, al ojear su contenido me di cuenta de que estaba escrito a mano, eran hechizos de curación.

Con él en mis manos volví a mi habitación, sabía que me sería útil con todo lo que estaba por pasar. Poco después de haber entrado en el mundo del libro, mi puerta fue golpeada y la dulce voz de mi madre anunciaba que ella y mi abuela ya estaban de vuelta en casa, y era momento de practicar nuevamente con mis poderes.

Cuando abrí la embriagante fragancia a fresas recién cortadas me llevó directo a la cocina donde, efectivamente, aquellas mujeres estaban comiendo. Se veían grandes, rojas y deliciosas. Hacía demasiado tiempo que no sentía ese olor a fruta fresca. Recordaba a mi madre adoptiva enseñarme a cosecharlas de su pequeño huerto en el jardín trasero de nuestra humilde casa. Mi madre al verme nostálgica tomó mi mano y me acercó a ellas, me tendió una de las fresas más rojas, la recibí con los ojos llorosos.

—¿Te gustan? —dijo al verme observarla pero no comerla

—Me encantan —le respondí con un nudo en la garganta— son frescas, ¿verdad?

—Sí, la abuela las cultiva en el invernadero detrás del castillo —mordí un trozo de aquella deliciosa fruta cerrando mis ojos para disfrutar aún más su exquisito sabor

—Está realmente buena —una lágrima se escapaba por el rabillo de mi ojo

—¿Por qué lloras preciosa?

—Solo son recuerdos de mi vida en casa —no quería hablar de eso con ellas, no me sentía preparada y ellas lo notaron

—Cuando quieras, sabes que puedes hablarnos de lo que tanto pesa sobre tus hombros hija, para eso estamos aquí —asentí y traté de reponerme de ese momento melancólico— ¿estás lista para nuestras tareas de hoy?

—Sí, ¿qué es lo que haremos?

—Ya verás —se levantó de su asiento y me dirigió afuera

Subimos por unas viejas escaleras de caracol que estaban a un lado del castillo y terminamos llegando a una especie de torre. Se podía ver todo el bosque desde allí, era hermoso aunque algo tenebroso por los espesos árboles y algunas estatuas que se asomaban en ciertas partes cercanas a la casa.

—Esto es hermoso

—Sí, lo sé, pero no todo lo que brilla es oro, mi amor —dijo mirándome a los ojos— quiero que mires más allá de lo mundano, este bosque es una entrada y todas aquellas figuras que tú ves son guardianes de las puertas del infierno

Intenté ver lo que ella me estaba diciendo. Cerré mis ojos y al volverlos a abrir unas enormes puertas de acero gastado se encontraban entre los temibles demonios que las custodiaban sin descanso. Me preguntaba si todo lo que conocí tendría una segunda visión como la tenía este lugar. Lejos de sentir miedo, me daba curiosidad descubrir que guardaban, conocer ese sitio al que todo el mundo le horroriza.

—Es increíble —le dije fascinada con las vistas— nunca imaginé poder ver esto

—Lo creas o no, en todo el tiempo que llevamos atrapadas aquí, nunca tuvimos la valentía de intentar entrar allí

—¿Podemos hacerlo?

—Claro que sí, pero no sabemos si podríamos salir de ahí —se giró hacia mí y me miró a los ojos nuevamente— promete que no lo intentarás, no sé qué haría si vuelvo a perderte

No sabía que responder, la curiosidad me mataba y no podía negar que la idea ya estaba en mi mente, tampoco quería mentirle. Guardé silencio mientras la veía preocuparse por mí accionar.

—Lo prometo

El primer libro del que se habla se llama "Penumbra" de la autora ApplePink929*súper recomendado*

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El primer libro del que se habla se llama "Penumbra" de la autora ApplePink929
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Imperio (Trilogía Antara 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora