Capítulo 3

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A la mañana siguiente fui decidida a obtener respuestas de mi madre, tenía que saber qué estaba pasando, era difícil ignorar la realidad que estaba observando. Su juventud "eterna" me recordaba a aquellos libros de vampiros que había leído en mi adolescencia, en esa época me obsesioné con ellos creyendo que era una, pero ya sabemos que no existen. La pregunta sería, si no existen, ¿Cómo es que una mujer de, supuestamente, 45 años parece una niña?, ¿una enfermedad genética tal vez?

Estaba tan perdida en mis pensamientos que no me había percatado que estaba llegando al puesto de costura. Visualicé a lo lejos a la mujer que decía ser mi abuela y me acerqué a ella para preguntarle por mi madre.

—Oh cariño, ¿Cómo estás?, anoche te vi un poco extraña, creí que el ver a tu madre con vida te alegraría más

—Estoy bien, sólo que tengo muchas cosas en la cabeza, fue muy impactante verla —traté de esconder el verdadero motivo de mi reacción— pero me alegra muchísimo tenerla a mi lado, sobre eso, ella me pidió que viniera hoy para hablar

—Si mi niña, pasa por aquí —dijo señalando el costado derecho de la mesa— ella está esperando adentro —me señaló la puerta por la que entramos la vez anterior

—Gracias —me dirigí a la pequeña sala donde Medea nos había recibido anteriormente y allí estaba ella, sentada en una silla de espaldas a mí— ¿Hola? —dije a sabiendas que estaba ahí

—Hola Basilisa, me da mucho gusto verte aquí, siéntate, pronto estará listo el té

 Nerviosamente me senté junto a la mesa redonda, aquella pequeña casa tenia un aspecto algo curiosa, me recordaba a las películas donde la malvada bruja vivía solitaria en medio del bosque oscuro, con hierbas colgadas del techo, estantes con diferentes botes llenos de líquidos, plantas y polvos que quién sabe que son. Realmente espeluznante. 

Pronto Nayara estaba nuevamente en la mesa con una pequeña tetera llena de té y dos tazas. Cada sorbo que daba me hacía tener visiones de otra vida, como si intentara mostrarme algo. Rápidamente volví a la realidad cuando mi madre me llamó, parecía haber entrado en un trance.

—¿Qué viste? —dijo ella curiosa y la mire extrañada, ¿ella sabía lo que estaba pasándome?

—¿Cómo es que sabes que estaba viendo algo?

—Son las hierbas que tiene el té hija, te hacen ver pedazos de tu vida pasada, pensé que sería la mejor forma de explicarte todo

—¿Pensabas que drogarme iba a ser la solución? Pues no, quiero respuestas de tu boca no de una visión —dije furiosa, apenas la conocía y ¿creía que podía hacerme lo que quisiera? no, eso no 

—Lo siento cariño, no pensé que lo tomarías así —agachó la mirada, se notaba arrepentida— está bien, te diré todo, pero antes, debes prometer que lo tomarás con calma

—¿Cómo puedo prometer eso si no tengo ni la menor idea de lo que me dirás?

—Hacen muchos años atrás, una pequeña familia se mudó a este pueblo, los pueblerinos no las recibieron bien ya que la madre era soltera y sus pobres hijas tuvieron que sufrir las consecuencias. En esa época era mal visto que una mujer que no estuviese casada fuera madre, pero ella no era como cualquiera, desafiaba los estereotipos de la sociedad. La lujuria y la sensualidad brotaban de ella, así como la inteligencia y la rebeldía. Cuando ella cumplió 23 años dejó su hogar en busca de nuevos horizontes, en uno de sus viajes se enamoró perdidamente de un hombre, éste era muy especial, se podía ver la oscuridad en él, había algo tan misterioso que encantaba a cualquier mujer que se le acercaba. Él la embarazó y al enterarse, furioso, maldijo a aquella joven mujer. Él era un demonio caminante, un ser representante de la sexualidad y el deseo, un ángel del infierno. Su maldición hacia la mujer fue muy específica y todas sus sucesoras quedarían afectadas. Él dijo: "Al cumplir 25 años, todas la mujeres de tu descendencia quedarán malditas con la juventud eterna y la brujería, el infierno estará en sus ojos, la muerte las seguirá arrebatándoles a todo aquel que amen"  

—No entiendo, ¿Qué tiene que ver esto conmigo? —pregunté confundida

—Esa mujer era yo —dijo Medea entrando— y por lo tanto mis hijas, mis nietos y todos los que vendrán están bajo la maldición de Asmodeo

—Esto no puede ser cierto —estaba sorprendida y aterrada a la vez— no es verdad, yo no soy una bruja

—Hija lo siento mucho, pero es la realidad, no te podría mentir con algo de esta magnitud

—Pero —las palabras no salían, no sabía que decir, por primera vez desde que había dejado mi hogar me sentía indefensa

—Tranquila, aún tenemos tiempo

—¿Tiempo? ¿Tiempo para qué? —tartamudeaba por el nerviosismo que había provocado la noticia

—Debes prepararte, antes de cumplir 25 años debes dominar tus poderes o podrías causar un inmenso daño

—Solo quedan algunos meses para eso, ¿Cómo se supone que voy a hacerlo? nunca he hecho algo que no esté dentro de lo lógico, no tengo magia brotando como en los cuentos

 —Te enseñaremos todo lo que debes saber y te ayudaremos a practicar, ya verás que resultará bien —noté algo de incomodidad en su mirada— pero debes quedarte durante un tiempo hija, debes alejarte de tu prometido o podrías lastimarlo —no quería dañarlo, eso no, lo amaba demasiado, aunque una parte de mi corazón se fuera con él, sabía que era lo mejor

—Está bien, denme el día de hoy para despedirme de él, mañana por la mañana vendré con mis cosas

—Recuerda que es por su bien, pronto estarán juntos de nuevo

Salí de allí con mi corazón latiendo a mil por hora, no podía controlar mis sentimientos, angustia, temor, ira, duda, era como un torbellino de emociones. Comencé a caminar lento, por la orilla de un hermoso parque, pensando en qué le diría a Andrew cuando lo viera, no podía decirle que soy una bruja, me creería loca y querría llevarme con él a Antara. Pensé en decirle que quisiera conocerlas más, pero de ese modo se quedaría conmigo, no sabía qué hacer.

Al llegar al hotel, la calma en mi regresó, él me esperaba en el restaurante del lobby, tan guapo y radiante como siempre. Almorzamos y pasamos el resto del día juntos visitando la ciudad. No me atreví a decirle nada. 

A la mañana siguiente, le dejé una nota que decía: "espero puedas perdonarme, pero necesito quedarme aquí por un tiempo, prometo que estaré en contacto. Te quiero", preparé mi maleta y partí hacia el puesto de costura tal y como lo había prometido. Mi corazón se rompía con cada paso que daba y las preguntas nuevamente me invadían ¿Lo volveré a ver? ¿Cómo le explicaré esto cuando regrese? ¿Y si no me espera? 

 Mi corazón se rompía con cada paso que daba y las preguntas nuevamente me invadían ¿Lo volveré a ver? ¿Cómo le explicaré esto cuando regrese? ¿Y si no me espera? 

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Imperio (Trilogía Antara 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora