Capítulo 7

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Tal y como lo solicité, en cuarenta minutos Umar estaba en la puerta, sin hacer preguntas tomó el sobre y se retiró nuevamente para hacer el encargo. Él es mi segunda persona de confianza después de Andrew, claro. Siempre que lo necesitara sabía que podía contar con su ayuda, era como si fuese un ángel enviado para protegerme y ayudarme en todo lo que necesitase.

Algunas horas después, un mensaje de Andrew con un pulgar arriba me hacía entender que había leído mi carta y comprendía, de una cierta manera, lo que estaba pasando. Hizo caso a mis órdenes de no hacer preguntas, debíamos ser precavidos con lo que decíamos al teléfono por si nos espiaban.

Estaba agotada luego del extenuante día que había tenido por lo que me preparé para dormir. Una vez en la cama, mi mente no paraba de pensar en lo que estaba sucediendo, mil preguntas se hacían presentes y no encontraba respuestas para ninguna de ellas. Mi madre viva, un legado de brujas malditas por el mismísimo Asmodeo, un demonio que amenazaba toda nuestra existencia, una cruel familia que me odiaba, un poder inmenso que comenzaba a sentir cada vez más, sin contar con los enemigos que el negocio turbio de mi padre había creado para el reino, mi vida se había tornado como una película que mezcla la ciencia ficción, el terror y el misterio al mismo tiempo. Cada día algo nuevo azotaba a mi puerta y, en la mayoría de los casos, no traía nada bueno. Quería creer que estaba una terrible pesadilla de la que no me estaba pudiendo despertar pero sabía que no era así cuando el fuego quemaba mis débiles y ya maltratadas palmas. 

El cansancio se apoderó de mí poco a poco, fui cerrando mis ojos y junto con ellos la paz. Logré por fin calmar mis pensamientos y entrar en un trance donde, por suerte, mis sueños fueron hermosos, como los de una niña pequeña que sueña con unicornios y arcoíris, donde la magia es algo bonito, donde la vida no duele y todo parece ser un poco más fácil, y mi príncipe azul espera por mí al final de ese camino cubierto de flores.

Pronto, mi calma se vio interrumpida por el aturdidor sonido de mi alarma. Las pocas horas de sueño que había podido conciliar habían terminado. Eran apenas las siete de la mañana, mis lecciones del día debían comenzar lo más temprano posible si quería estar de vuelta en una semana sin provocar una catástrofe cada vez que alguien me hiciese enojar.

Tomé una ducha rápida y bajé a desayunar. Mi madre y mi abuela estaban esperándome para tomar el té, en cambio, mis tías no se encontraban, creo que las había espantado con lo del día anterior, pero su excusa fue que los niños tenían un evento escolar. Desde que estaba con ellas, nunca vi a mis primos ir a la escuela por lo que sabía que mentían, sin embargo no dije nada, solo me limité a desayunar, ayudar a lavar las tazas y guardarlas.

Una vez que la cocina estuvo limpia salimos las tres al bosque, ésta vez me llevaron a una estatua que claramente mostraba a un hermoso ángel con las alas cortadas. Me quedé un momento apreciando con precisión cada detalle de su familiar rostro. Toqué una de sus manos e inmediatamente tuve otra visión, bastante más nítida que las anteriores. Un joven ángel llamado Lucifer que había sido expulsado del cielo por enamorarse de una humana y declararse a si mismo más poderoso que Dios. Una hermosa mujer que sigue sus pasos como su fiel compañera y sus cuatro creaciones, los príncipes del infierno. Entre ellos logré reconocer a Asmodeo. 

Volví a la lucidez con algunas respuestas. Mi poder no provenía de Asmodeo, sino de Lilith y era mucho mayor que solo un poco de fuego. Si mi memoria no fallaba, creía que había leído un libro sobre ella donde decía que era quien tenía el poder de invocar a todos los demonios, además de una gran fuerza, magia, entre otras cosas. 

De un momento a otro sentí como si supiera que hacer con mis poderes, aunque la idea de que todo apareciese así de fácil me pareció un poco extraña. En mi mente me repetía una y otra vez "nada es tan bueno, nada es tan fácil". Era casi imposible que mi vida se resolviese así de simple, una visión ¿y ya tenía todas las respuestas?, no, indudablemente no iba a dejarme engañar tan fácil.

—¿Podemos comenzar? —me giré hacia las dos mujeres que me observaban algo pensantes

—Claro cariño, toma mis manos —mi abuela se acercó a mí— repite después de mi —cerró sus ojos y le copié el gesto— "circulus praesidio, claustra creare, et nihil exivit, ut nihil intrat" —repetí sus mismas palabras como ella me había pedido.

Una brisa nos envolvió creando una barrera, un círculo de protección. Se sentía aún más fuerte que el del día anterior pero temía que tampoco soportara lo que iba a hacer. Una vez abiertos nuestros ojos, Medea se separó de mí dejándome sola en medio del círculo.

—¿Qué sientes? —mi madre, quien había permanecido en silencio todo el tiempo habló

—Una especie de brisa, no sé describirlo con exactitud, creo que estaré bien aquí, se siente seguro —dije moviendo mi mano como cuando la sacas por la ventanilla de un auto para sentir el viento

—Está bien, comencemos entonces —las observé atentamente a la espera de instrucciones— quizás duela un poco, intenta decir "ignis fortis"

—Eso es sencillo, lo he hecho antes, incluso dudo que eso sea necesario —apreté mi puño con fuerza hasta que mi mano estuvo cubierta de fuego, ambas me miraron asombradas— lo dije, no necesito palabras

—¿Cómo lo has hecho? —nuevamente mi abuela pregunta dudosa

—No lo sé, solo imaginé mi mano quemándose y así fue

—Probemos otra cosa, cierra tus ojos y di esto —dijo mi madre viéndome fijamente— "lego animo" —en cuanto las palabras salieron de mi boca pude escuchar la mente de mi abuela, de mi madre y una más, por la oscuridad de sus pensamientos supuse que se trataba de Asmodeo, quien seguramente se escondía cerca nuestro para vigilarnos

—Wow —fue lo único que pude pronunciar, no sabía que decir, era muy extraño, aunque de repente otra vez el silencio— ¿qué pasó? ¿por qué ya no escucho nada?

—El hechizo solo es temporal hija, cuanto más lo practiques más tiempo podrás mantenerlo activo —eso sonaba útil, pero durante el tiempo que pude escucharlo, unas palabras resonaron en la mente del hombre escondido que me provocaban curiosidad

—"Ego vitam posuit in spatio" —dije en un susurro casi imperceptible, y en cuanto acabé, mi madre y mi abuela estaban congeladas en el tiempo, como si el reloj hubiese parado en seco al oírme, esperaba que también fuese temporal porque no sabía cómo devolverlas a la normalidad y sin su ayuda no iba a poder hacerlo 

—"Ego vitam posuit in spatio" —dije en un susurro casi imperceptible, y en cuanto acabé, mi madre y mi abuela estaban congeladas en el tiempo, como si el reloj hubiese parado en seco al oírme, esperaba que también fuese temporal porque no sabía có...

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Imperio (Trilogía Antara 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora