Había una gran multitud reunida en el centro de la ciudad cuando Mu Qing llegó. Había recibido una plegaria de una ciudad cercana y al escuchar que había un enfrentamiento decidió ir a mirar un poco. Tal vez, si las condiciones son las indicadas, podría animarse a participar para afinar sus propias habilidades; por lo que siguió a la gente hasta llegar a la multitud. Las dos personas enfrentadas debían ser realmente buenas para tener a tanta gente alrededor mirando su enfrentamiento.
El dios marcial se acercó a uno de los ciudadanos y preguntó:
—¿Sabe quienes se enfrentan?
—Son dos maestros de secta —dijo la persona, un hombre de mediana edad, y su compañero dijo:
—Se trata del maestro del monte Xuandu y la maestra de la secta Hehuan. Dicen que es un combate amistoso, por eso hay tanta gente. Aunque yo no me fiaría de nadie del lado demoníaco, podrían salir con algún truco sucio.
—Ya veo —dijo Mu Qing dirigiendo la vista al frente, abriéndose paso entre la multitud.
El nombre de Shen Qiao había llegado incluso hasta el cielo: todos los dioses marciales, sin excepción, se habían admirado de la habilidad de este hombre para rehacer su base marcial prácticamente desde cero y avanzar más allá de lo que cualquier mortal habría imaginado. Claramente, teniendo una oportunidad tan valiosa cómo esta, Mu Qing no desaprovechó ningún instante en observar la pelea, admirando de primera mano el estilo de pelea de Shen Qiao. Sin embargo, su vista experta tampoco se apartó de Bai Rong, analizando con ojo crítico cada movimiento realizado por ella, admirado de su habilidad y rapidez.
Se sintió rápidamente embelesado por la forma tan hermosa en la que Bai Rong luchaba.
Bai Rong dio un salto hacia atrás esquivando uno de los ataques de Shen Qiao y frunció el ceño sintiéndose repentinamente observada. Su mirada recorrió rápidamente la multitud, y sus ojos se encontraron con los de Mu Qing. La mujer esbozó una leve sonrisa y su atención se dirigió nuevamente a la batalla, haciendo un deslizamiento hacia la derecha para evitar el brazo extendido de Shen Qiao; apartándolo con un movimiento de su brazo para atacar con la mano libre, lanzando un golpe directo hacia su cuello que fue rápidamente bloqueado por su contrincante. Al haber llegado a un punto muerto, ambos dieron por finalizada la pelea.
—Agradezco al maestro Shen por su consejo —dijo Bai Rong con una reverencia.
Shen Qiao se inclinó con gentileza y dijo:
—Fue un placer —tras mirar a la muchedumbre, añadió—. Creo recordar que alguien más pidió consejo, aún puede pasar.
La multitud permaneció en silencio, con lo que se asumió que tal persona había decidido no luchar. Mu Qing decidió aprovechar esta oportunidad y dio un paso adelante frente a las miradas atónitas de todos, saludó tranquilamente y dijo:
—Deseo pedir al maestro Shen su consejo.
—El joven maestro debe tener una opinión demasiado buena de sí mismo —dijo Bai Rong con una risa.
—Está bien —dijo Shen Qiao—. Este humilde taoísta está dispuesto a aconsejarlo.
Mu Qing se acercó a la plaza de batalla. A diferencia del combate anterior, en este encuentro los dos contrincantes tenían un arma consigo, por lo que el encuentro se llevó a cabo con éstas. El dios del suroeste admiró secretamente la espada del maestro taoísta mientras desenvainaba su propia arma, y el combate dio inicio. En medio de la multitud, Bai Rong siguió con la mirada tanto a Mu Qing como a Shen Qiao, pensando que si pudiera tener a este joven que había salvado de su lado; sin duda sería una gran adición a su secta. Era hábil y talentoso... además de muy apuesto.
Un momento. ¿Por qué estaba pensando en esto?
La mirada de Bai Rong volvió a encontrarse con la de Mu Qing, pero él desvió la mirada rápidamente concentrado en su batalla, que también terminó en un punto muerto. Y al final, tras las despedidas de rigor, Bai Rong se acercó a Mu Qing con sincera admiración.
—Realmente eres bueno —dijo, encantada.
—Tú también lo eres —elogió Mu Qing con sinceridad.
Era tan buena que, sinceramente, no había podido apartar la mirada de ella. Sorprendentemente, Bai Rong le tomó del brazo con familiaridad y le invitó a dar una vuelta por la ciudad. Y, sorprendentemente, Mu Qing no se negó.
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Mu Qing viendo pelear a Bai Rong: ¿Será este mi ser amado?
Es que mi headcanon de esta shipp es que ellos tuvieron amor al primer madrazo, jajajajajajajajajajajaja
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Calamidad disfrazada de amor
FanfictionUna importante consigna del cielo dicta que los dioses no pueden enamorarse de mortales, ya que una relación así atraería a ambos hacia la desgracia. Sin embargo, y aún siendo consciente de esto, Mu Qing no puede dejar de pensar en la extraña mortal...