—Fu Yao.
Mu Qing volteó hacia Bai Rong, que había tomado un particular gusto por pronunciar su nombre cada tanto. Por un lado le parecía un poco molesto, mientras que por el otro… se preguntó cómo sonaría su verdadero nombre pronunciado por sus labios. Después sacudió la cabeza imperceptiblemente, ¿qué hacía pensando en esas cosas? En lugar de preocuparse, preguntó:
—¿Qué pasa?
—Tienes un nombre muy bonito —dijo Bai Rong, jalándolo con suavidad para dirigirse al mercado."Pero no es mi nombre", pensó el dios inexpresivamente. Habían recorrido la ciudad, había visto muchos sitios lindos e incluso su acompañante le señaló algunos lugares que podía usar para cultivar. En realidad, era un buen sitio dónde pasar el día… cuando tuviera tiempo, claro.
—Anteriormente, la gente de esta ciudad solía ser aterrorizada por Yuan Xiuxiu y Sang Jingxing —dijo Bai Rong, deteniéndose en un puesto para pedir algunas cosas—. Así que, desde que tomé el puesto de maestra de secta me he dedicado a crear nuevas relaciones con la ciudad.
—¿Y ha funcionado? —preguntó Mu Qing.
—Claro, porque soy encantadora.Bai Rong soltó una risa coqueta y Mu Qing sonrió, a su pesar. Tardó un buen tiempo en darse cuenta que estaba encantado con esta mujer, y cuando lo notó no supo cómo reaccionar. Estaba entrenado para resistir el encanto de las mujeres, no se supone que le pasen estas cosas.
—Ah, mira, eso no estaba aquí antes.
Ambos se detuvieron frente a un templo. Bai Rong soltó a su acompañante y entró al sitio mirando con curiosidad y, a regañadientes, Mu Qing la siguió. Al dirigir su mirada a la estatua en el altar se arrepintió de haberlo hecho: era un templo dedicado a su persona. No es que no estuviera relacionado con sus propios templos, pero…
Pero… ¿Qué?
Por su parte, Bai Rong observó atentamente la estatua en el altar antes de mirar a su compañero de viaje. Tal vez era idea suya, pero había un leve parecido uno con el otro. Sintió un escalofrío cuando pensó en la idea de estar al lado de un dios todo este tiempo… pero inmediatamente después pensó que sería divertido molestarlo un rato, así que caminó tranquilamente hacia él.
—Fu Yao —dijo alegremente.
—¿Ahora qué pasa? —preguntó Mu Qing con algo de hastío.
—¿Qué piensas del general Xuan Zhen? —preguntó Bai Rong señalando la estatua.Esta pregunta tomó a Mu Qing por sorpresa, que no supo qué decir por un momento, y se encogió de hombros fingiendo demencia.
—No lo sé —dijo—. ¿Tú qué piensas?
—Pienso que si lo tuviera enfrente, lo besaría —dijo Bai Rong, mirando atentamente la reacción de su compañero.
—¿Qué te hace pensar que te dejaría besar…lo?
—Ya te lo dije, soy encantadora. Y muy veloz.Y, como si quisiera probar sus palabras, la maestra marcial le dio un beso en la mejilla al dios; saliendo poco después con velocidad. Mu Qing salió tras ella, perturbado por lo sucedido, y se detuvo frente a una pequeña plaza. Había un espectáculo callejero y un grupo de bailarines danzaba al ritmo de una melodía de guqin, mezclada con flauta. El dios recorrió el lugar con la mirada, buscando, y repentinamente sintió a Bai Rong a su lado.
—¿Lo ves? —inquirió ella con los brazos cruzados—. Puedo conseguir lo que sea que me proponga.
—Sí, sí, muy impresionante —replicó Mu Qing como si no le diera mucha importancia… pero la verdad era que sí estaba impresionado.Fue en ese momento que recibió una llamada de Ling Wen y tuvo que despedirse, regresando a la capital celestial. Lo mejor era olvidarse del asunto, después de todo dioses y mortales no podían mezclarse. Lo mejor era dejar todo atrás.
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Calamidad disfrazada de amor
FanfictionUna importante consigna del cielo dicta que los dioses no pueden enamorarse de mortales, ya que una relación así atraería a ambos hacia la desgracia. Sin embargo, y aún siendo consciente de esto, Mu Qing no puede dejar de pensar en la extraña mortal...